Lo que anduve y dejé a los márgenes. Tomo I

Opinión:

De la misma forma que los caminos recorridos por Jaime Sangrador, la novela se divide en capítulos de larga extensión, parece una "road movie" literaria, grabada casi en tiempo real, ya que el autor no deja pie a elucubrar instante perdidos, todo lo describe, todo lo cuenta. O casi todo.

De igual modo, se hace un poco pesada la lectura, pero gracias a la versatilidad y variedad de personajes que entran y salen a la palestra, el texto se hace menos árido y más cálido, lleno de historias, silencios y encuentros.

Personajes que se van conectando, que forman una red viva, con esa camaradería propia de los caminos, del peregrinaje, se le echa una mano al desconocido, se lo vuelve hermano de albergue y de pasos, entran amores, desamores, encuentros breves, inciertos, personajes que sólo duran un parpadeo, otros que se nos vuelven entrañables. Casi imprescindibles para darle forma y color a la lectura.

Puesto que se va hilando a través y por los caminos, las descripciones del paisaje son rotundas, casi fotográficas, llenas de luz y sombras. Conoce el camino el autor, no cabe duda alguna, ha indagado hasta la extenuación cada detalle, el día a día del peregrino, sus necesidades, el equipaje, los puntos y paradas de cada ruta, sus pros y contras.

En la medida de la lectura nos volvemos un poco Jaime Sangrador, cansados, llenos de nostalgia, heridas, ampollas, sed, salvo por el mal de amores que le tortura, el que intenta resarcir y aliviar con poesía para el amor que le arrebató, cerramos el libro queriendo descansar un poco, para retomar con más fuerzas el instante siguiente.

En las próximas ediciones del libro, que aquí sólo mostramos la primera parte, se hará en forma de trilogía, lo que aliviará la lectura y se hará mucho más interesante recorrer sus páginas y aventuras.

Carol Inabé Barba