Relojes de hueso

Opinión:

Enfrentarme a una reseña de "Relojes de hueso" se me presenta una tarea tan tremenda como el propio libro en sí. Tanto por su extensión (setecientas páginas de letra apretada tal y como la editorial Random House suele ofrecernos), como por su envergadura temática, filosófica y existencialista, ésta no es una novela para pusilánimes.

Tal y como he resumido en la sinopsis, "Relojes de hueso" es la historia de muchos personajes los cuales, de una manera u otra, acabarán enredando sus vidas y siendo objetos (o sujetos activos) de una trama que los supera a todos  y que da nombre a la novela (justificación que no desvelaré en estas líneas, pues considero que quien lea esta novela debería poder hacerlo igual de "a ciegas" que lo hice yo, para experimentar el amplísimo rango de emociones que provoca su lectura). Básicamente, y ciñéndonos a la información que la propia editorial nos ofrece, nos encontramos con Holly Sykes, una jovencita rebelde algo especial (oía voces en su cabeza y ha tenido alguna que otra visión de futuro), que decide escaparse de casa e irse a vivir con su novio motero. Sin embargo, cuando sus planes se ven truncados, empieza un peregrinaje por el sur de Inglaterra, donde se topará con personajes de lo más extraño, que revivirán en ella los recuerdos paranormales de su infancia y tejerán en torno suyo una compleja tela de araña que se irá desenredando a lo largo de toda su vida.

Una de las cosas más maravillosas de esta novela es, sin duda alguna, la construcción de sus personajes. David Mitchell les da voz a múltiples y muy distintos individuos (diferentes sexos, edades y razas) y consigue algo tan difícil como que podamos, si no empatizar con todos (dentro de la variedad también juega con caracteres muy distintos) sí que comprendamos su manera de ser y, hasta cierto punto, podamos compadecernos cuando sufren o deseemos que enmienden sus errores (quienes lo necesitan), porque llegan a importarnos como si fueran conocidos reales nuestros. Esto es algo que me ha parecido muy, muy conseguido y se trata de uno de los aspectos que más valoro a la hora de leer: la verosimilitud de sus protagonistas y que no sean planos, sino "humanos".  Además, teniendo en cuenta la extensión y duración de la trama que maneja Mitchell (desde los años 80 del siglo XX hasta la década de los 40 del XXI), constituye un logro para nada menor.

Inevitablemente, he tenido mis personajes favoritos, como todos cuando leemos y nos metemos de lleno en la historia que nos cuentan, pero creo que hay tantos aspectos que destacar de esta novela que no merece la pena que profundice más en ellos salvo subrayar, una vez más, su redondez, lo bien planteados y resueltos que están y cómo todos ellos mantienen su esencia a lo largo de los años (aunque poco a poco evolucionen, como hacemos los humanos de carne y hueso).

Por otro lado, cómo no destacar la trama en sí. Envolvente, subyugante, totalmente espectacular, todos los adjetivos positivos que se me ocurren se quedan cortos para el nivel de adicción que ha llegado a crearme esta novela. Se nota el enorme trabajo de documentación y de organización y estructuración que ha llevado a cabo el autor porque un entramado con estos niveles de complejidad no se construye de la noche a la mañana. En "Relojes de hueso" todo, todo, encaja. Hasta detalles pequeños que parece que no tienen importancia pueden resultar más adelante esclarecedores o desencadenantes de otro giro argumental por lo que la novela requiere de una lectura bien atenta. En pocas palabras, éste no es un libro ligerito que leer en el metro/tren… de camino a casa (ni siquiera con el socorrido e-reader, que evita su enorme volumen en la mochila). Y, ojo, esto no quiere decir que no enganche, como ya he dicho lo leí en tiempo record teniendo en cuenta los ratos sueltos que podía dedicarle a la lectura, pero esta novela es mucho más que una historia palomitera para devorar y olvidar a velocidad del rayo. La trama está dividida en cinco grandes capítulos narrados todos en una tercera persona subjetiva, enfocada en un personaje protagónico cada uno. De este modo, de un apartado a otro presenciamos grandes saltos temporales y un nuevo punto de vista, lo cual la convierte en una historia caleidoscópica sumamente interesante y hasta cierto punto desafiante para el lector.

Además de todo lo señalado, a nivel temático, ésta es una de esas novelas extensas que, además de entretener por las peripecias que relata, te hacen pensar y toca muchísimos temas en profundidad entre los que destacaría cómo no, el paso del tiempo, el sueño de la inmortalidad, la caducidad de todo (nuestras vidas, sentimientos, el propio planeta), la fragilidad de la vida humana y, al mismo tiempo, nuestra enorme capacidad de destrucción,  la eterna lucha del bien contra el mal, la guerra (Irak, en este caso), la los límites de la moralidad cuando peleamos por nuestros sueños, la familia, la necesidad de pertenecer a un grupo y compartir nuestras vidas y amar… David Mitchell tiene cuerda para rato y reparte sus críticas e irónicas reflexiones entre todos los colectivos. Tanto es así que uno de los protagonistas es un presuntuoso escritor sátira más que evidente de algún que otro autor que vive de las rentas de un único bestseller pero se cree por encima de cualquier novelista del mundo. Y a todos estos temas, más realistas, se añaden la horología y los anacoretas, elementos que añaden el punto de ficción tan impactante que une y da sentido a toda la obra.

No nos encontramos ante una novela fantástica al uso, no esperéis dragones ni magos barbudos o simpáticas criaturillas mágicas. En "Relojes de hueso" la fantasía se cuela en las vidas cotidianas de sus protagonistas hasta llegar al final de la cuarta parte donde se le da pleno protagonismo, pero cada vez que aparece es fascinante.

Por último, no voy a descubrir nada nuevo si destaco, subrayo y hasta pongo en negrita la prosa de David Mitchell. Este autor es excepcional. No solo sabe tramar una historia tan imbricada como un laberinto, sino que, además, nos la relata de tal manera que no puedes parar de leer y maravillarte por lo bien escrita que está. Mitchell describe los sentimientos humanos de maravilla, trabaja los diálogos con mucho empeño y sus descripciones son muy visuales.

Poco me queda por añadir, salvo que es una de las mejores lecturas que he hecho en mucho tiempo, que la recomiendo encarecidamente si queréis vivir toda una aventura y que ya tengo en casa "El atlas de las nubes" para hincarle el diente en cuanto tenga ocasión.

Una lectura de diez.

Ana Vanesa Cremades