Prófugos

Título: Prófugos
Título Original: (Prófugos, 2025)
Autor: Edgardo Cozarinsky
Editorial:
Acantilado
Colección: Cuadernos del Acantilado
Copyright:
© 2025, Herederos de Edgardo Cozarinsky
© 2025, Quaderns Crema, S.A. (de esta edición)
ISBN: 9788419958617
Tapa: Blanda, Bolsillo
Etiquetas: Argentina narrativa literatura argentina novela corta cineastas marineros casinos soledad nostalgia océano padres mar identidad viaje
Nº de páginas: 89
Argumento:
En "Prófugos", Edgardo Cozarinsky narra la huida de un hombre desde Buenos Aires hacia la Patagonia, en busca de reencontrarse con su padre tras más de veinte años de separación. El esperado reencuentro, marcado por el silencio y la distancia emocional, lo confronta con la imposibilidad de recuperar lazos pasados y lo conduce a un desarraigo en la espectral urbanización costera de Las Gritas, habitada por otros prófugos que comparten su aislamiento. A través de la memoria de su infancia y el encuentro con un japonés que comparte su interés por el mar, el protagonista explora la fragilidad de las relaciones, la formación de la identidad y la soledad impuesta por los traumas sociales e individuales.
Un año después de su muerte, la editorial Acantilado rinde homenaje a una de las figuras más emblemáticas de la cultura argentina.
Opinión:
La biografía de Edgardo Cozarinsky, prolífico escritor y cineasta, es una de las insólitas que puedo recordar de la literatura argentina: tras su intensa implicación en el proyecto de "Sur", la mítica revista de Silvina Ocampo (donde coincidió, claro está, con Bioy Casares y con Borges), emprendió una peculiar carrera cinematográfica lejos de los intereses comerciales, motivado por los ambientes intelectuales e independientes que encontró en París, donde se exilió en 1974. Al regresar a Argentina en 1985, publicó Vudú urbano, un libro difícil de clasificar, situado entre el ensayo y la ficción, cuya última edición contó con paratextos de Susan Sontag y Guillermo Cabrera Infante. La continuidad entre esa novela y el texto publicado ahora con el título de "Prófugos", que parece reelaborar uno de los relatos incluidos en Huérfanos (2017), se aprecia tanto en el gusto por la estampa como por la decadencia que impregna gran parte del relato. No en vano, liberado de la protección que ofrecía su inclusión en un volumen mayor, el texto ha sido ampliado e incorpora pasajes nuevos en los que los lectores más atentos podrán reconocer ecos autobiográficos del autor, como su interés por el mundo marinero (profesión de su padre) y esa naturaleza errante que singularizó su biografía.
Antes de adentrarme en el argumento de la novela -difícil de reseñar, por cierto, debido a la condensación narrativa que presentan los textos de Cozarinsky, con personajes que, de tan solos, parecen hallarse abandonados en el mundo-, no puedo dejar de mencionar el tono casi poético que se impone desde el inicio del relato, cuando el protagonista contempla el mar desde el puerto de San Antonio Oeste e imagina la fosforescencia de otros océanos muy lejanos. Esta imagen pronto deriva en el relato de un viaje -prófugo, recordemos- en ómnibus a lo largo de Buenos Aires, que desembocará en el reencuentro con su padre, a quien no veía desde la adolescencia. Su padre, de quien no llegamos a conocer el nombre (pese a habérselo cambiado, según confiesa el narrador), vive en un rincón recóndito de la Patagonia, y allí recibe a su hijo con indiferencia y desinterés; un abismo afecto que desvela algo crucial para el protagonista: no se le había ocurrido que acaso su padre no estuviera interesado, a estas alturas, en cargar con un hijo.
Instalado en la urbanización de Las Grutas, el protagonista se enfrenta a la construcción de una nueva identidad, intentando reconciliar sus recuerdos de infancia (el rastrillo convertido en espada, las visitas al río Tigre o a la piscina) con la adultez y la soledad de su presente. En este marco conoce a un japonés, uno de los tripulantes de un barco pesquero detenido por la Prefectura Naval, que le habla del mar como un enemigo que puede exaltarlo o hundirlo, en una metáfora que resuena con su propia relación con la vida y el tiempo. La identidad del japonés se convertirá en el principal foco del relato durante su última parte, mientras gran parte del texto parece silenciar otros detalles, que deberemos reconstruir al final del relato, acerca de la identidad del padre y cómo esta pudo determinar la vida del protagonista.
Edgardo Cozarinsky despliega en "Prófugos" un lenguaje vívido, atento a la sensorialidad de sus descripciones, que emplea con un desempeño magistral para distanciarse de la narración y provocar una sensación de incomodidad, incluso de inquietud en el lector. El propio protagonista, en quien abundan los ecos autobiográficos del autor, insiste en su propia impostura cuando se observa a sí mismo desde la distancia, desde la mirada ajena, y también cuando encuentra en un inteligente actor un sustituto a su figura paterna: porque él, como dice algún momento, debe improvisar en la obra de su vida un papel, el de un personaje que nunca coincide del todo con quien es. Cozarinsky, en fin, concibe la escritura narrativa como un trasunto del lenguaje cinematográfico: en lugar de explicar el abismo emocional al que se enfrenta su personaje, nos lo muestra en impresiones, estampas e imágenes vivaces, enlazadas con el ingenio de quien conoce el arte del montaje.
*Publicada por Acantilado.
Darío Luque
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Comentario de los lectores:
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