Princesas Dragón: el fin de la magia

Opinión:

Todo lo bueno se acaba (lo malo, afortunadamente, también). Ya lo dice Bamba (narradora en primera persona de esta última aventura) en el comienzo del libro. Y, como todo, también las aventuras de las Princesas Dragón llegan a su fin. Y lo hacen a lo grande, con una aventura digna de las protagonistas de esta saga (y de todos sus lectores) que las enfrentará a buena parte de los malos malísimos que se han ido sucediendo a lo largo de las entregas anteriores.

En este caso, las princesas tendrán que averiguar por qué está desapareciendo la magia (la suya, incluida) y qué trama quien está perpetrando tal perversidad. Pero, para ello tendrán que trabajar unidas (una vez más), buscar apoyos complementarios (como suele ocurrir) y (y esto es nuevo) enfrentarse a unos padres que quieren separarlas y mandarlas al colegio. Así descubrirán el conciliábulo que pretende resucitar a los titanes y hacer desaparecer la magia de la faz de la tierra, con todo lo que ello conllevaría.

Pero las Princesas han evolucionado en estas diez entregas y eso se nota. Se nota en su confianza, su seguridad, su valentía, sus estrategias y su entrega a la causa. Así que la batalla estará más que equilibrada. Pero, a pesar del aprendizaje y de saberse casi invencibles cuando se mantienen unidas, en esta entrega también descubrirán sus capacidades individuales y su fuerza personal.

La evolución de las Princesas también se nota en el guiño adolescente que incluye Pedro Mañas y que lleva a las protagonistas a rebelarse contra sus padres. Eso sí, por una buena causa.

Por lo demás, la entrega mantiene las características que ya hemos visto en libros anteriores (agilidad, guiños al cómic, transgresión de los roles tradicionales de las princesas, ritmo trepidante, intriga, defensa de ideales como la fe en uno mismo, el compañerismo y el valor de lo diferente…) y que no solo le han dado una personalidad bien definida, sino que también han sido clave para el éxito de la saga.

De igual modo, se mantienen las referencias a personajes fantásticos extraídos del acervo literario tradicional (en este caso, los titanes), así como las ilustraciones de Luján Fernández, que siguen estando tan llenas de color y fuerza como el primer día.

En definitiva, un broche de oro para una saga que ha hecho las delicias de lectores y lectoras de todas las edades y que ha mostrado hasta qué punto ha cambiado el cuento.

Lidia Casado