Nuevos Principios

Opinión:

Una historia perfectamente reconocible y cercana debido al escenario temporal en el que se enclava, finales del año 2019 y a lo largo del 2020, un periodo en el que todos estábamos dentro de una misma burbuja difícilmente asimilable hasta pasado un tiempo largo, la pandemia del Covid, que nos azotó en marzo del 2020 y que sus secuelas siguen hasta el mismo día de hoy. Parece que fue ayer cuando todos escuchábamos en febrero 2020 la llegada de un virus procedente de China al que unos daban una importancia altísima, y los gobernantes por el contrario bajísima, y el miedo que ya se empezada a infiltrar ante lo desconocido; o aquel 15 de marzo 2020 cuando decretan el primer estado de alarma y un periodo de confinamiento que nos descolocó a todos, con el miedo ya de lo que se empezaba a conocer, y el drama que se estaba viviendo en los diferentes micro mundos de la sociedad. Ese antes, durante y después que se narra en el libro, lo hemos vivido todos nosotros y es lo que hace que empaticemos tanto con el elenco de personajes que darán forma a la historia. Cada sentimiento que cada uno de nosotros pudiéramos tener en esos días, lo veremos reflejado en cada uno de ellos.

Reviviremos cada una de las casuísticas de ese periodo con cada uno de los personajes; el médico que trabaja en el hospital y la angustia vivida allí; el cambio de las situaciones laborales, teletrabajo, ERTEs; madres que deben salir a trabajar y necesitan de ayuda para que cuiden de sus hijos mientras ellas están fuera; la soledad de las personas mayores, incluso, la muerte en esa soledad, etc. Pero, al mismo tiempo, leemos historias de solidaridad, bondad, amistad, hasta de inicio de nuevos romances, también rupturas… y cómo van pasando los meses y se trata de retomar la normalidad, sin saber que esa normalidad está aún bastante lejana. Quizá el único regalo que nos trajo el Covid fue el unirnos todos por un bien común.

Las dos protagonistas, Marina y la abuela Coco, serán las que llevarán el peso de la historia. Marina es un personaje cotidiano, no destaca por originalidad, pero a través de la narración en primera persona somos partícipes de su pensar y su sentir, especialmente tras el giro que hace a su vida; de la abuela Coco, una persona ya en su última etapa, conmueve su serenidad, su bondad, pero especialmente su fortaleza y el coraje para irse de este mundo con su sentido particular de justicia cumplido. La relación entre nieta y abuela es muy tierna, especialmente al comienzo de la historia cuando Marina se ve en la encrucijada de qué hacer con su vida y el pudor hace que le cueste pedir ayuda, porque en muchas ocasiones no es orgullo, sino más bien pudor de cómo explicar que vamos a cambiar lo que supuestamente funciona bien. Y esa paz nos la suelen dar los abuelos, más que los propios padres o hermanos. La comprensión y el amor de los abuelos es algo indescriptible.

La trama es rápida, ágil, y el hecho de estar encuadrada en un enclave socio temporal vivido por todos la dota de un sentido de realismo que hace que te reconozcas hasta el punto de que quieras seguir leyendo, ya no para ver qué pasa más adelante, sino como espectadores de nuestras propias vivencias; es muy difícil que no nos veamos reflejados en alguno de esos personajes.

Volviendo al argumento, es muy lineal - el confinamiento no daba para mucho más - hasta que empiezan a sucederse una serie de situaciones fuera de lo común dentro del propio encierro con las vecinas de puerta con puerta de nuestras protagonistas, y el día a día pasa a un segundo plano al salir a la luz una trama que hace virar hasta entonces el curso de los acontecimientos. Pero es una trama de la que poco conocemos hasta el final del libro, manteniéndose en secreto ante la máxima de "quién nada sabe, nada puede contar". Lo único que sabemos es que hay un cadáver en medio de la habitación de la abuela Coco, y subyace una trama que, aunque al principio parece estrambótica, vamos intuyendo algo turbio y truculento hasta que se descubre el desenlace sacando a la luz un secreto bien guardado por la abuela Coco que la llevará a actuar de forma que pueda redimirse de sus propios fantasmas del pasado e irse en paz. A pesar de ello, se percibirá como un episodio tierno y en la misma línea coral con la involucración de todo el vecindario que llegará incluso a emocionar.

La narración es muy viva, dinámica, entretenida, utilizando un lenguaje natural, actual y reconocible en nuestras propias conversaciones del día a día. La acción está bien descrita, juega con la intriga, y muy a mi pesar, con un final con altas dosis de emotividad. Es una lectura muy amena, agradable y esperanzadora ante los "nuevos principios" que deparará el destino a nuestra protagonista y sus vecinos.

Belén Flores