Neruda. El príncipe de los poetas

Opinión:

Enfrentarse a un libro de más de quinientas páginas, y tratándose de una biografía no es tarea fácil, más cuando no tenemos referencias del biógrafo que la suscribe. En este caso no me equivoco al resaltar de nuevo la ardua tarea de investigación que plantea ya no solo una historia de un personaje público de renombre, sino el plus de dificultad para reunir toda la documentación de un individuo que viajó por todo el mundo y vivió largas temporadas en otros países y continentes, ejerciendo en ellos de funcionario para la Embajada chilena, político y allegado fiel al partido comunista -ha de tenerse en cuenta que su adhesión incluye el periodo de la famosa caza de brujas de los americanos contra este partido y sus afiliados, no digamos ya contra los activistas-. 

Elegido por la revista Squire como una de las 100 personas más importantes del mundo descifra el prestigio del que ha gozado su imagen y personalidad en el siglo pasado. Tanto es así, que el libro queda incluso escaso y debemos echar mano de la imaginación para tratar de compensar lo restringido que resulta el espacio sobre el papel, y si se desea, de la selección de fotos acompañan a este volumen en un cuaderno interior. Entre sus íntimos y amigos recordamos aquí a Federico García Lorca, Allende, Rafael Alberti, Miguel Hernández.

Una vida de película, que dan para una serie completa. No fue hasta el año 2011 cuando Manuel Araya se decidió a denunciar su muerte, sosteniendo que la Junta Militar ejecutó al Nobel en el año 1973 para impedir que viajara a Méjico y luchara contra el sistema convirtiéndose en una gran figura de la resistencia, dado su demostrado poder de convocatoria, oratoria y siendo un revolucionario cuya única arma, como él mismo indicaba era la poesía.

A favor de esta teoría conspiratoria sobre una inyección de aire que le pudieron suministrar horas antes de caer insconsciente en el mismo hospital al que acudió con la complacencia de su esposa, precisamente para mantenerle a salvo de la revolución que existía en las calles, nos topamos con la misteriosa desaparición de un tal Dr. Drager, que le trató en su agonía, y de quien no se ha encontrado nunca más la pista.

La película, como digo, daría para mucho, y eso sin hablar de la relación que mantuvo con las mujeres, por la que se le ha criticado en varias ocasiones, por mujeriego y por falta de compromiso con algunas de ellas. Su última pareja fue la propia sobrina de una de sus esposas. Recomiendo leer el libro.

Saray Schaetzler