Mexicana

Opinión:

Esta breve obra de Arroyo-Stephens exuda México por todos sus poros. La megalópolis del distrito federal, el mar, tequila, música, amistad, violencia, paisaje, pasión, pobreza, cultura, la luz y los sonidos, las miradas y los rostros, y mucho más, en tan pocas páginas es sencilla y literariamente admirable.

Hay países tan extremos que sólo pueden odiarse o amarse, porque la indiferencia es imposible, un fenómeno que se explica con sobradas creces en este libro.

Porque ese México que aquí se retrata es real, carnal, luminoso, también peligroso, que sin embargo te atrapa en un amor ilimitado e incondicional. Precisamente porque su belleza se desparrama entre sus defectos y contradicciones.

Capítulo aparte merece en esta obra el relato del rescate vital y artístico de la gran Chavela Vargas por parte del autor, que la salvó de un ostracismo tan ignorante como imperdonable, en unas peripecias como novel promotor musical radicalmente lejano a su mundo de editor de libros, que nos regala en estas páginas no sólo un retrato de la indiferencia que sufrió este fascinante personaje en su propio país, sino también de los sinuosos vericuetos de la industria e instituciones culturales españolas.

Es un libro de amores perdidos, de memoria afectada por el devenir del tiempo, de heridas mal curadas, de lazos imposibles, de exilios insalvables, emociones compartidas, momentos únicos irrepetibles, del placer y el abandono, de soledad y a la vez bullicio, de envidias, de fatuas imposturas, de miserias y dudosas e inestables seguridades, de pasados que se resisten en los presentes, y sobre todo de complicidades a salvo de profundas diferencias.

Y finalmente, como escribe el propio Manuel Arroyo-Stephens, uno se va lejos, casi al otro mundo, con el rostro adormecido por el aire frío, pero todo está bien, todo está muy bien, como este libro y la historia que relata.

Jorge Riet