Magia amorosa para desesperadas y desesperados

Opinión:

El Amor se trata, seguramente, del tema más explorado, narrado, experimentado, descrito, padecido en la historia de la Literatura. Y en este libro de Emma Cohen no iba a ser menos. Lo curioso de esta novela radica en el lugar donde se produce la acción: en una consulta en la propia casa de la protagonista, en Madrid.

La novela se inicia con una de las formas más típicas de la época medieval y posterior, con el presunto autor hallando unos papeles o unos escritos que tratan de dar veracidad a un texto que, a medida que se va leyendo, se convierte en inverosímil y muy alejado de la realidad. Habría que preguntarse aquí qué pretendía la escritora cuando escribió el libro. El Amor es presentado en formas variopintas - el amor en conquistar, en poseer a alguien, en desear, en hallar, en decidir -, pero parece carecer de calidez y profundidad.

La protagonista es una mujer desconocida a lo largo de la novela, a ratos fría a ratos cercana, que se presenta en su diario en un momento en que quiere cambiar con su vida (sin especificar en ningún momento qué había sido). A lo largo de los capítulos se presentan a su casa personajes de todo tipo desesperados por algo. Algunos repiten, otros no, pero prácticamente siempre en los capítulos, se repite la misma estructura (algo lógico si se quiere formar una protagonista), sin realmente avanzar en ninguna trama que llegue a causar un interés en el lector. La frialdad de la protagonista en narrar sus sentimientos y los de sus clientes dejan, además, una sensación agridulce. Por ejemplo, si bien los personajes están desesperados por solucionar sus problemas, no se acaba de apreciar bien esa desesperación, excepto quizá en esos tres o cuatro personajes que aparecen en más de un capítulo. Si a eso le añadimos esa reiteración de cliente-entra-en-la-consulta-y-pide-algo-y-la-protagonista-le-cuenta-un-conjuro, el lector puede acabar perdiéndose en una especie de somnolencia soporífera. No obstante lo dicho, el lector encontrará momentos de humor en los diferentes clientes que aparecen, bien en lo que necesitan o bien en como se comportan o como reaccionan. Al igual que el lector también disfrutará con los conjuros y recetas mágicas de la hechicera, cuales recetas de cocina.

El sexo también hace acto de presencia, en gran parte de la novela. Es tratado como algo pasional, carnal, menester, aunque como algo fácil de conseguir, carente de sentimientos. El lector quizá se acabe preguntando qué tipo de mujer es la protagonista, quizá un ser dual, que desea un amor verdadero pero a quien no le importa emplear el sexo espontáneamente con alguien cualquiera, como un acto ordinario y sin importancia.

La prosa poética, en cambio, es excelente. La forma en la cual se halla descrita, los términos empleados, el uso de comparaciones, de situaciones mágicas, de mundos oníricos; todo eso la convierte en una obra en la que perderse si a uno no le importa la trama y se fija más en el poder de las palabras. Si bien se ha mencionado lo monótono que puede acabar resultando leer algo repetitivo, a poco más de la mitad de la novela la protagonista empieza a entrar en ese mundo paradójico del que quien más desesperado está es el que precisamente ayuda a los desesperados. A partir de entonces la melodía de la prosa se endulza y el lector podrá encontrar algo de calidez y conmiseración.

Cristià Serrano