Los Wapshot

Opinión:

John Cheever no necesita más que una ciudad (St. Botolphs) y una familia (Los Wapshot) para crear un auténtico universo y hacernos disfrutar de esa prosa cálida y tremendamente original que le ha convertido en clásico. Cheever es un maestro atemporal, y sabemos que no estamos exagerando al decir esto porque cuando uno vuelve a leer estas obras que en realidad aparecieron en los ya lejanos 1857 y 1964, parecen escritas ayer.

En este volumen llamado "Los Wapshot", la editorial ha incluido las dos novelas que trabajan la visión de esta familia: "Crónica de los Wapshot" y "El escándalo de los Wapshot". Conocíamos ya una edición de este tipo, pues ambas fueron publicadas en un solo volumen por Emecé en 2003 con el título de "La familia Wapshot". Con ellas el escritor americano realiza un impresionante mosaico de la América de Nueva Inglaterra, territorio en el que el prestigio de cada familia es una especie de marca indeleble que se lleva durante generaciones.

La sociedad profundamente conservadora de St. Botolphs tiene de todo, igual que la familia de los Wapshot. Resultan especialmente interesantes los momentos en los que se ocupa de la industria de la ciudad y su evolución o colapso, porque el autor americano es ante todo un maestro del detalle y la observación. A Cheever le gusta el contraste, pintar con igual finura el pariente borrachín y mujeriego que el grupo de beatas, las personas que ayudan a los demás y quienes hacen todo el año que pueden. Parece pensar que cada cual tiene su función en este pequeño universo, de manera que todos merecen nuestra atención. Así tenemos a Honora, imaginativa, activa y caritativa, imposible de frenar cuando toma una decisión; o a Leander, capitán de barco, un personaje mediocre y a quien todas las circunstancias (hasta su propio barco) parece venirle grande. Después están los hijos: Moses y Coverly, de una rebeldía destructiva. La expulsión de Moses y Coverly de St. Botolphs servirá de gran experiencia a ambos hermanos, que a partir de ese momento vivirán un verdadero aprendizaje de la vida en unas novelas colmadas de meandros expresivos y cuya nota estructural es que no tienen estructura, sino que se componen de fragmentos y largas observaciones.

John Cheever trabaja la prosa de una manera rotundamente personal, con una voluntad de estilo irrefrenable. Cada detalle se multiplica en su fértil prosa para gozo del lector paciente. Todo es interesante bajo su particular prisma, porque sabe dirigir la mirada del lector como muy pocos.

Un texto suyo siempre es característico, reconocible. Por eso "Los Wapshot" es ante todo una edición recomendable para aquellos que gustan de la alta literatura y los textos en los que cada frase se encuentra sabiamente aquilatada.

Rafael Ruiz Pleguezuelos