Los novios

Opinión:

Alessandro Manzoni escribió su obra maestra al margen de los convencionalismos de la época. No se trata de una novela histórica y de aventuras al estilo de las de Walter Scott, uno de los autores más prolíficos de este género por aquel entonces, sino que es una novela de aventuras en la que destacan los usos y costumbres de la gente sencilla.

Los protagonistas son Renzo y Lucía, dos jóvenes de condición humilde que pasan por múltiples vicisitudes a lo largo del tiempo en el que transcurre la historia. No se trata de aventureros o espadachines, sino de dos personas cuyo anhelo es estar juntos y que se ven separados por circunstancias de la vida y por presiones de don Rodrigo, quien no permitirá que tenga lugar la boda entre ambos.

Son personajes bastante creíbles y que llenarán al lector de emotividad y sensaciones agridulces, ya que su vida no será nada fácil.

Sin embargo, y aunque en ocasiones es dura y la tragedia no para de rondar, el humor también está presente; puro reflejo de la vida donde alegrías y penas se turnan en los quehaceres diarios.

El autor hace una fuerte apuesta por la esperanza que es lo que mantiene el amor en la distancia de Renzo y Lucía. Esperanza y fe que mueven a los de condición humilde ante los tragos amargos que perciben en su transcurrir diario. Así el autor no duda en hacer un ensalzamiento de los valores ético-religiosos que imperaban en la época.

Abundan las descripciones, que en algunas ocasiones son demasiado extensas lo que puede hacer perder al lector el hilo de la historia. La descripción de las personas atormentadas por la peste es espeluznante y muy real. Con realismo sorprendente y mucho de melodramático es la parte más dura de la historia.

Pese a esto es fácil dejarse llevar por las vivencias de los protagonistas, sufrir con ellos y divertirse con sus alegrías. El autor consigue traspasar las páginas para transmitirnos las sensaciones y sinsabores de una pareja que perdurará en la memoria de todos aquellos que atrevan a aventurarse en su historia.

Mila L. Castelo