Los lobos de oro

Opinión:

París se engalana para la celebración de la Exposición Universal. Sus pabellones acogen piezas de valor incalculable procedentes de todos los rincones del mundo y la majestuosa Torre Eiffel deja sin habla a quien se acerca a visitarla.

Las tres casas más importantes de la ciudad: Nyx, Vath y Kore, celebran fastuosas fiestas para demostrar su gran poder y riqueza al tiempo que compiten en subastas cerradas para hacerse con la mayor cantidad de objetos antiguos posibles.

Es ese preciso momento el que escoge la poderosa Orden de Babel para encargar a Séverin Montagnet-Alarin, un acaudalado hostelero, que encuentre un artefacto muy especial a cambio de recuperar su auténtica herencia.

Roshani Chokshi nos sumerge en un París en el que el arte del forjado domina todo. Son pocos los que nacen con el don de practicarlo y menos aun los que consiguen dominarlo y fabricar todo tipo de artilugios.

Esta curiosa mezcla de magia y tecnología le da un aire "steampunk" a la novela con invenciones imposibles como robots esfinges que detectan las mentiras o piedras que permiten saber si una persona es quién dice ser o ha utilizado un hechizo para hacerse pasar por otra.

En este primer volumen de la trilogía, la autora nos presenta a los protagonistas de la historia y nos desvela retazos de su pasado para que comprendamos su peculiar personalidad. Cada uno de ellos destaca en un campo de manera sobresaliente y juntos forman un equipo prácticamente invencible. Aunque, como no podía ser de otra manera, hay poderosos enemigos que no les andan a la zaga y les harán redoblar esfuerzos.

Quedan muchas cosas por descubrir de este curioso universo. Supongo que la autora los desvelará en las siguientes novelas dejando que esta sea una primera toma de contacto con la todopoderosa orden de Babel y las distintas facciones que trabajan para y contra ella.

Un libro en el que la fantasía se mezcla con antiguos dioses, mitos bíblicos e historia para diseñar un universo peculiar en el que cualquier cosa es posible.

Ana G. Aranda