Los guionistas

Opinión:

Roberto Malo es un escritor muy versátil en cuanto a los géneros en los que se explaya. Tanto puede contarnos una novela de fantasía en el mundo de los sueños como era La marea del despertar o relatos de corte terrorífico, romántico como fueron las historias que contenía La luz del diablo. Incluso se atreve con cuentos para niños como fue Tanga y el gran leopardo. Creo que se podría definir a Roberto como un contador de historias que adecua cada una a cómo cree que se sentirá más a gusto contándola. O puede que sea un loco soñador que quiere probar todos los géneros y demostrar que con buenos argumentos, da más o menos igual la etiqueta que le pongas.
 
En esta ocasión ha ido por el camino de la comedia. Aunque se podría decir que no es inherente a sus otras novelas, ya que el autor dota a todas ellas de cierto momentos cómicos que nos traen una sonrisa, en este caso es comedia de principio a fin y más si leemos el argumento. Que un género de cine como el porno tenga guionistas, cuando menos es una situación bastante proclive a la risa.
 
Además, Roberto utiliza un formato de guión de cine para irnos mostrando las diferentes secuencias que vamos viendo, ya que a través de una entrevista a los dos compañeros guionistas iremos conociendo su vida y cómo llegan hasta donde llegan con su habilidad para crear guiones de películas porno. Lo hace describiendo la situación de la cámara, los personajes que intervienen y después nos ofrece sus diálogos de una manera fresca, directa, sin florituras. Un retrato de un mundo donde todos parecen mucho y luego son personas que disfrutan del momento, que tienen sus propios anhelos y que hacen cualquier cosa por llegar a lo más alto en lo que se dedican.
 
Tanto Julián como Raimundo son personas comunes, uno de ellos tiene una curiosa tienda junto a su novia, donde vende fruta y hace fotocopias, o Julián que vive con su madre. Y que por esas casualidades de la vida tienen un momento de lucidez y su vida parece cambiar, con el lío moral que pueden tener por hacer algo que parece pecaminoso, pero que lejos de amedrentarlos, les hace luchar por su sueño.
 
Junto a ellos saldrán personajes de este mundillo, como el productor que los descubre, los protagonistas de la película que van a rodar (sale un tal Nacho Galán que según palabras del autor tiene algo de nacho Vidal), la maquilladora, el abuelo de Julián que tendrán sus momentos de gloria y que de una manera irónica y satírica nos harán un breve recorrido por ese mundillo que muchos dicen ignorar pero que produce pingües beneficios, tanro por las películas como por las redes virtuales.
 
Una novela que se lee de una manera relajada, casi de una tacada por su continuo enlace de situaciones divertidas y sobre todo por la manera en que está dispuesta, pues lejos de tener descripciones farragosas, está es más que nada un esquema guionizador y los diálogos son el fuerte del libro. Acabaréis con unas buenas horas de diversión, que los libros también pueden cumplir esa misión. 
  
Fernando Martínez Gimeno