Lo que falta de noche

Opinión:

Escasean las buenas novelas como esta, que combinen la perplejidad de un hombre tradicional con el fenómeno de la extrema derecha, especialmente cuando esta afecta a su propio entorno más íntimo. En este caso, su hijo, que de ser un joven deportista e integrado, supera la adolescencia embarcado en la promesa de los nuevos lazos personales y emociones que ofrece ese populismo radical, que le sacia una ansiedad personal provocada por una carencia de identidad y sentimiento de pertenencia en una comunidad rota, vencida en su decadencia económica, social, incluso cultural, que ya no puede prometer nada porque no tiene nada que ofrecer.

Precisamente es muy clarificador el contrapunto del hijo que abandona los estudios y se refugia en una pandilla de violentos radicales, donde encuentra dignidad, consuelo, identidad, sentido de comunidad, frente a su hermano, cuya única forma de huir de ese angustioso espacio en crisis es estudiar en otra ciudad, en una gran ciudad que ofrezca algún resquicio de futuro.

Petitmangin acierta cuando contrapone ese hijo que de un día para otro milita en la extrema derecha, con la vida y valores de un padre que había negado las señales de advertencia, un obrero industrial comprometido con la izquierda tradicional, cuya existencia se reduce a su familia, el fútbol y sus camaradas de fábrica y ocio, atenazado por el miedo al despido y obsesionado con el precario bienestar económico de su hogar familiar.

Una novela que retrata esa vida que niega el ascenso social, condenada a transmitir de padres a hijos la asfixia de una economía decadente sin esperanza, que en algunos casos se compensa con resignación y una tímida esperanza en forma de alejamiento de sus hijos, o, en el peor de los casos, con la terrible opción de los peligrosos atajos de los extremismos.

Es muy revelador que el protagonista descubre que esa extrema derecha que él observaba en la distancia, con la repulsión propia de un militante de la izquierda tradicional, ha penetrado sutilmente en su propio entorno. Porque descubre, tarde, que no sólo su propio hijo ha caído en las redes de ese extremismo, también amigos íntimos le habían ocultado su sobrevenida manera de pensar, afectados por esa sensación de derrumbe de la existencia.

Esta obra, muy bien escrita, con un gran sentido del ritmo narrativo, sin florituras pero con una virtuosa capacidad de descripción de ambientes y situaciones, es un retrato implacable que pone al desnudo el problema de muchos territorios en Europa, aquejados por la decadencia económica, la desindustrialización, el desempleo, la ausencia de expectativas, el éxodo desesperado a las grandes ciudades, el desclasamiento y la derrota moral de una sociedad cansada, descreída de antiguas ideologías que se perciben fracasadas en sus promesas históricas.

A la vez, una gran novela para poner en evidencia cómo funcionan los mecanismos de atracción de la tupida red de araña de las formaciones de la extrema derecha, que se nutren de esa decadencia para sus disparatadas y salvajes promesas de un mundo alternativo. Es un libro de lectura oportuna e incluso urgente, que combina su calidad literaria con su mensaje, es la novela de las sombras de Europa, de sus zonas más oscuras, de sus situaciones más comprometidas, esas que nunca se asoman a los informativos salvo en sus peores síntomas cuando aflora la violencia. Es la novela que somete al espejo la fealdad de la sociedad en la que vivimos. Lean esta novela, porque además de disfrutar de buena literatura, les dará que pensar.

Jorge Riet