Las voces de Adriana

Opinión:

"Las voces de Adriana" es una novela psicológica que aborda las emociones humanas y cuyos temas principales se centran en la muerte y en la memoria. Su narradora, Adriana, es víctima de toda una serie de herencias emocionales que no se cuentan pero que están ahí, proyectadas en las muertes de su abuela y de su madre y exacerbadas por el ictus de su padre. Novela breve, de apenas 143 páginas, el libro se divide en 3 partes que exploran el mundo interior de Adriana y de todo aquello que ha heredado de sus padres y de su abuela: desamores, miedos, traumas, desilusiones, dolor...

La narradora posee un estilo fluido y sobrio, que no cae en las incoherencias y que elabora un texto diferente al que solemos ver en las librerías, capaz de suscitar debates y discusiones, pues aborda todo aquello que cualquier humano arrastra de sus antepasados. El vocabulario no es complicado, acercándose a un lenguaje neutral, con una melodía que a veces está apagada y que a veces despierta al más soñoliento. La potencia de las palabras es palpable en muchas ocasiones. De hecho, es más que probable que las personas con preferencia por las historias de sentimientos y emociones sientan que se desestabilizan. ¿Quién no tiene algún familiar que ha fallecido y al que añora sobremanera? ¿Quién no siente la muerte próxima al ver a ciertas personas languidecer?

A pesar de la presencia de la muerte, el miedo no domina su cuerpo. Adriana destaca por su carácter precavido, acentuado por la ausencia de prácticamente todos sus familiares. Con su padre como única figura viva en su árbol genealógico más cercano, su reciente ictus la alerta de una muerte irremediable que parece que está próxima a engullirlo. Sin embargo, su carácter contrasta con el de su padre, quien se desvive por procurarse los mejores lujos, sin importar si estos son benignos o perjudiciales. Fuma, se mete en aplicaciones de citas, queda con muchas mujeres... Adriana relata todo esto desde un punto de vista muy íntimo, que, muy al estilo de James Joyce, da rienda suelta a sensaciones, pensamientos, ideas y percepciones. Es casi un diálogo interno donde el lector puede tocar a la Adriana más íntima. 

La novela también se acerca al estilo de Marcel Proust. En la segunda parte, <<La casa>>, con muchos tintes autobiográficos, el entierro de la madre de Adriana lleva a ésta a la casa donde vivió de pequeña. Sus paredes, sus columnas, sus cimientos... toda su infraestructura le trae sensaciones muy intensas, cual si ella pudiese transportarse al pasado. O incluso cual si ella pudiese resucitar a su difunta abuela. Todo parece muy vívido, y eso es gracias a la narradora, quien es capaz de anudar descripciones, acciones y sensaciones y causar el deleite de todos aquellos lectores y lectoras a quienes les gusta sentir y vivir lo mismo que la protagonista.

¿O qué decir de la tercera y última parte? Siguiendo algunas piezas teatrales, muy al estilo de la película Cría cuervos, Adriana recrea una voz coral donde hablan su abuela, su madre y ella misma, en donde explican situaciones o acciones que les ocurrieron y que jamás contaron. Situaciones o acciones que argumentan por qué Adriana es como es. Representan esas herencias familiares que arrastramos y que definen cómo somos; representan esa mochila invisible que cargamos y de cuya presencia nos afecta sobremanera sin ser plenamente conscientes.

Elvira Navarro, en una entrevista a Canal Sur, relata que realizó visitas a diferentes residencias, lo que provocó en ella el planteamiento de si valía la pena alargar la vida de una persona que yace en estado vegetativo. Ese dilema ético está presente en el libro, especialmente en el primer capítulo, donde Adriana se pregunta si quizá su padre estaría mucho mejor muerto después de haber sufrido el ictus. ¿Hasta qué punto vale la pena vivir la vida? ¿Hay posibilidad de disfrute cuando apenas uno puede hacer nada? El padre de la narradora grita que sí a todo ello, creando un desconcierto en su hija. 

Elvira Navarro (Huelva, 1978) es una escritora española cuyas obras literarias llevan más de una década sorprendiendo al lector. Licenciada en filosofía, su primera novela, La ciudad en invierno, ya obtuvo una crítica literaria positiva. Desde entonces, ha publicado novelas de notoriedad como La ciudad feliz, La trabajadora  o La isla de los conejos, la cual fue nominada al National Book Award de literatura extranjera en 2021. Ha ganado premios como Premio Jaén de Novela y Premio Andalucía de la Crítica.

Cristià Serrano