Anika entre libros

Las plumas

Ficha realizada por: Darío Luque
Las plumas

Título: Las plumas
Título Original: (Al-barahin al-lati nasiha Mem Azad fi nuzhatihi al-mudhika ila hunaka aw: Ar-Rish, 1992)
Autor: Salim Barakat
Editorial: Navona
Colección: Navona ficciones


Copyright:

© 2017, Navona Editorial

© 1992, Salim Barakat

Traducción: Carolina Frías Ortiz y Almudena García Algarra
Edición: 1ª Edición: Enero 2017
ISBN: 9788416259670
Tapa: Dura
Etiquetas: familia aventuras epopeya fantasía gemelos intriga surrealismo literatura árabe alter ego Siria simbolismo pájaros destino alegorías libros censurados hermanos Chipre fantasía onírica amigos imaginarios animales que hablan kurdos
Nº de páginas: 302

Argumento:

Mem Azad inicia su relato expresando la voluntad de quitarse la vida. Sin desesperación ni motivos; solo quiere suicidarse. El joven kurdo, originario de Siria, ha pasado seis años en Chipre, prácticamente encerrado en una casa que no es la suya, a la espera de algo que desconoce. Y es que su padre lo envió allí tiempo atrás con la misión de que se pusiera en contacto con el Gran Hombre, personaje del cual Mem aún no sabe nada.

Cuatro hombres misteriosos acuden a la casa semanalmente y le otorgan todas las comodidades que él necesita: dinero y comida, pero nunca amistad. Paralelamente, Dino, hermano gemelo de Mem, permanece en Qamishli (Siria), junto a su familia y el negocio de telas paterno.

Por un lado, Mem narra una historia atípica que une sueños, hechos históricos, recuerdos y pequeños fragmentos de la realidad, hasta el punto que uno ya no sabe dónde acaba lo real y donde comienza la ficción dentro de la propia ficción. Por otro, Dino intenta ordenar sus ideas cuando todo en su cabeza es caos. Y entre todo el desorden, la historia da vueltas alrededor de vivencias surrealistas, como la transformación de Mem en chacal o las conversaciones que mantiene con pájaros y plantas.

En definitiva, un juego de voces y perspectivas donde chocan las visiones dicotómicas de los gemelos, pero también entran en contraste la voz del narrador con la del lector, que debe poner en duda todo lo que lee. 

 

Opinión:

 

Si tuviera que describir en una palabra "Las plumas" de Salim Barakat, diría que es una obra confusa. Y, si se me permitiera añadir otro adjetivo, diría que es confusa, pero enriquecedora. Porque Barakat, considerado ya un maestro de las letras árabes contemporáneas, superpone voces y elementos procedentes de la cultura oriental (leyendas, historiografía, técnicas literarias) y crea una deliciosa amalgama que, si se lee con paciencia, hace crecer al lector.

Quien quiera aventurarse en "Las plumas" debe saber que no puede dar nada por sabido, que no puede confiar en el narrador ni en las palabras escritas, que debe dudar de todo lo que se diga. Porque, de hecho, lo que Barakat hace en esta novela es jugar con el lector y manipular su mente con esos juegos filosóficos que la tradición oriental ha cultivado durante tanto tiempo. En la obra, que se estructura dualmente alrededor de los dos gemelos, Mem y Dino, uno ya no sabe quién es quién. En cierto momento, uno duda si es Mem quien está en Chipre y Dino quien está en Siria o si podría ser al revés. Uno se plantea incluso que Mem sea el alter ego de Dino, o una especie de amigo invisible o incluso un sueño. Porque, ya desde el principio, todo parece posible.

En el primer capítulo el autor plantea todas las incógnitas que no resolverá -y en esa tensión reside el gancho de la obra-: símbolos como las plumas, misterios como los animales y las plantas que hablan, y tramas de carácter kafkiano en las que los personajes parecen buscar algo que nunca encuentran o esperar algo que nunca llega. Como la vida, dirían algunos. En cierta manera, la novela deja la sensación de que en todo momento falta algo: Mem busca al Gran Hombre (personaje misterioso que mantiene en vilo al lector), Dino se preocupa por su hermano. De hecho, las dos visiones fraternales (cada una por su lado) entrarán en lucha con la paterna, planteando cosas totalmente distintas. El lector no tiene pistas de a quién creer: ¿al narrador interno, al personaje focalizado por otro narrador externo o a un personaje secundario y casi sin voz?

Además, la obra es caótica, y quizás sea ese el mayor problema que encuentra un lector occidental cuando se enfrenta con esta lectura. Resulta que la tradición oriental (igual que otras que estaban a las antípodas de nuestra visión, como la precolombina), no presenta una concepción lineal y progresiva de la historia -o de la vida misma-, sino que juega con la superposición y el carácter cíclico del mundo. Es por ello que Barakat juega con un narrador que abre planos constantemente sin cerrar los anteriores. El lector, por lo tanto, encontrará la historia externa de Mem, y dentro hallará la imaginación del personaje tramando qué escribiría hipotéticamente en una carta, y en ella se incluirá un episodio imaginativo e irreal, que incluirá quizás un recuerdo, en el que habrá un sueño, y así sucesivamente. Uno ya no sabe qué es real, qué es ficción, qué es verdad y qué es mentira. De hecho, en cierto punto uno desconfía de todo lo que cuenta el narrador, y siente que cada palabra es falsa e imposible.

Es espléndida, de la misma manera, la lengua que utiliza Barakat para explicar su mundo y ordenarlo a través del lirismo. Juega con la sencillez, con un ritmo que le da aires de composición oral, pero también con un tono transgresor (llano y común, como si estuviera narrando la historia más normal que se haya escrito). La obra, de hecho, se podría ver incluso como una epopeya, como un viaje épico (más hacia dentro que hacia fuera, como son siempre estos periplos) que crea innovadoras alegorías y que representa la colectividad: el pueblo kurdo y su multiplicidad de culturas, que es lo que precisamente une su comunidad.  

Por ello, no sorprende que la novela, publicada originariamente en 1990, haya sido prohibida en algunos países. Sin embargo, creo que uno no debe valorar solo su calidad histórica (en tanto que novela sobre un tema histórico de vital importancia, que es la emancipación del pueblo kurdo), sino también su calidad literaria, como síntesis de esas culturas que amalgaman a los kurdos. Porque Salim Barakat, en "Las plumas", propone motivos y temas literarios que nacen de diversas tradiciones, pero que él los hace converger para crear su propia epopeya, su golpe de tuerca de las letras turcas (escrito, por si fuera poco, en árabe).

No es una novela fácil, pero si uno se la toma con paciencia, descubre una nueva manera de leer y de ver el mundo. Una literatura vanguardista fuera de la concepción general de la vanguardia. 

Darío Luque

 

 

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