La utopía del portero

Opinión:

En "La utopía del portero" confluyen dos aspectos para formar el núcleo que sostiene la trama.

Por una parte, esa posición en el equipo que el protagonista hace suya sin que fuese su propósito inicial. Ocurre muchas veces, ya sea por casualidad o por el propio físico, porque de niños, pocos quieren ser portero.

Vale que su utopía sea desear lo imposible, o mejor dicho, casi imposible, que algún loco tenemos por ahí; pero la paradoja es que los mejores partidos sean derrotas, porque cuando un portero se significa por encima de todos, es que participa demasiado y eso, al final, se acaba pagando.

Por otra, el ancla en la memoria que supone para el padre, enfermo de Alzheimer, del protagonista, rememorar aquel partido que se le quedó grabado para siempre, en la memoria y en su vida.

Yo también recuerdo aquel partido, pegados al televisor, refunfuñando al principio, expectantes a poco de empezar el segundo tiempo, entusiasmados más tarde, eufóricos al final. Y disfrutamos de nuevo dos días más tarde, cuando lo repitieron por la televisión, más tranquilos porque conocíamos el final, pero igualmente alborozados.

He comprendido perfectamente al padre del protagonista, ese revivir una y otra vez algo que forma parte de su alma y siempre estará ahí, hasta el final. También al hijo, que así le aporta un tiempo de felicidad, de vida en realidad, aunque sea por un rato y vea que cada vez ese rato va menguando y se concentra en la reacción de su padre en la apoteosis final.

"La utopía del portero" es una novela de emociones, de sentimiento, también de fútbol, y que hace partícipe de su historia al lector, tal como a mí me ha pasado, que me ha traído un bonito recuerdo a la memoria.

Selin