Anika entre libros

La policía de la memoria

Ficha realizada por: Anika Lillo
La policía de la memoria

Título: La policía de la memoria
Título Original: (Hisoyaka na kessho, 1994)
Autor: Yoko Ogawa
Editorial: Tusquets
Colección: Andanzas


Copyright:

© 1994, Yoko Ogawa

© Traducción: Juan Francisco González Sánchez, 2021

© Tusquets Editores, 2021

Traducción: Juan Francisco González Sánchez
Edición: 1ª Edición: Febrero 2021
ISBN: 9788490669099
Tapa: Blanda
Etiquetas: novela surrealismo narrativa intriga suspense misterio desapariciones misteriosas aislamiento género fantástico refugios metaliteratura amor amistad memoria pérdida de memoria terremotos distopía control gubernamental control fenómenos paranormales literatura japonesa
Nº de páginas: 400

Argumento:

En una pequeña isla empieza a suceder algo extraño: algunas cosas desaparecen y, al hacerlo, el recuerdo y la importancia de lo que fueron se desvanece de la memoria. Los afectados se adaptan… excepto los que mantienen cada recuerdo y se convierten en blanco de la Policía de la Memoria.

Una novelista, se entera de que su editor, el señor R., mantiene el recuerdo de todo: los pájaros, las cajas de música, las armónicas, el ferry, las rosas… Él es de ese grupo de personas que lo recuerdan todo, y si formas parte de ese grupo puedes desaparecer pero otra forma: cuando se te lleva la Policía de la Memoria. Para salvarle la vida, la joven narradora crea un refugio en su propia casa y con ayuda de un anciano maltrecho pero muy humano y empático, ayudan al editor a escapar de un futuro incierto.

 

Opinión:

 

"La policía de la memoria" quedó finalista del National Book Award 2019 y del International Booker Prize 2020, y fue considerada una de las mejores obras del año 2020 por The New York Times, The Washington Post, Chicago Tribune, The Guardian, Time, Financial Times, Esquire, Library Journal, Kirkus Review y LitHub. Me pregunto cómo sería la ganadora porque esta es excepcional. Anteriores a ésta, tienen otras obras premiadas con galardones de su país, como el prestigioso Premio Kaien en 1988 con "Cuando la mariposa se descompone", o el gran premio Akutagawa por "El embarazo de mi hermana" en 1991.

El peso de la novela recae sobre tres personajes que en ningún momento tienen nombre: ella es la narradora, alguien a quien al inicio ves como una persona y al final entiendes ya como una consciencia; el señor R, el editor, que publicaba sus novelas y que termina refugiado en su casa; y el anciano, un viejo que vive en un ferry y que, como ella, no mantiene los recuerdos y por ello está a salvo… hasta que la chica y el anciano unen sus fuerzas para salvar al editor. A partir de ese momento son cómplices y pueden ser detenidos.

Aparecen algunos secundarios con la importancia justa: los vecinos y la gente de la calle, del mercado o del parque. Solo son necesarios para entender el entorno. Y un perro del que ella se hace cargo porque sus dueños son capturados por la Policía de la Memoria.

Y, finalmente, la propia Policía de la Memoria, que actúa como un enjambre militar, rotundo, eficaz, inhumano… una grupo del que no puedes más que sospechar en un momento dado porque ves como algo se desvanece en todo el mundo pero que a ellos no parece afectarles ¿Que si hay respuesta para ello? No. Ni la hay para esto ni la hay para el motivo de la desaparición misteriosa de las cosas, simplemente es algo que ocurre y que llegas a asimilar, nunca comprender. En ese punto es surrealista o fantástico, pero la novela no se basa realmente en ninguno de ambos géneros porque la importancia está en los hechos y las emociones, todo agrupado en tres personajes y su entorno, nunca en el trasfondo de los sucesos de la isla. Ni se sabe nunca dónde terminan los capturados, ni se conoce el origen del fenómeno o el motivo de la creación de la policía de la memoria.

El editor es un divergente por naturaleza, no por opción: él, como otros pocos, conserva los recuerdos. Ella, por su parte, es una insurgente consciente, pero silenciosa y con la meta de salvarle a él. El anciano es como ella, vive en un viejo ferry, no tiene consciencia del propio ferry como tal, para él sólo es su casa, y es la única persona en al que la joven tiene la suficiente confianza como para pedirle ayuda. Y él se la da.

Hay una parte metaliteraria en "La policía de la memoria": la joven narradora está escribiendo una historia sobre una chica atrapada que, simbólicamente, está desapareciendo encerrada en un torreón junto a montones de viejas máquinas de escribir. Si unes esa historia a la que estás leyendo te das cuenta de que el trasfondo es la misma historia pero contada de dos formas distintas.

Hay un momento en que desaparece algo de sus cuerpos -más bien de sus mentes porque eso permanece ahí- y me parece de lo más impactante que he leído jamás.

Es una historia muy original y la capacidad de Yoko Ogawa de convertir en una novela de cuatrocientas páginas lo que otros habrían convertido en relato, es magistral.

Al parecer es reincidente en sus temas estrella: la memoria, el amor y la amistad. La memoria o la pérdida de tal, porque en su anterior novela "La fórmula preferida del profesor" (que se publicará también en Tusquets [un millón de ejemplares vendidos en dos meses, y otro millón en formato de bolsillo, película, cómic y CD]) habla de la vida de un hombre que por un accidente pierde la autonomía de la memoria, que le dura exactamente 80 minutos). El otro tema es el amor, porque en el fondo cada vez queda más claro en "La policía de la memoria" que la joven narradora ama al editor, y él aprende a amarla desde su aislamiento. Y la amistad, por supuesto, que en esta novela queda diáfana en la relación entre el anciano y la joven novelista. Al parecer también incide en la importancia de la transmisión de la sabiduría o el conocimiento en ambas novelas. Doy fe de que en esta es así, pues el señor R pone todo el mimo, empeño y constancia para que la joven que le protege y el anciano que la ayuda, evoquen, recuerden o mantengan en su memoria la información que han perdido cuando las cosas se han desvaneciendo de sus mentes.

En esta novela, aquello que no existe ya en el cerebro, se tira, se quema (cómo recordé "Farenheit 451" leyendo este libro), se deshace… De hecho tiene algo de distopía y del mismo modo en que recuerdas la novela de Ray Bradbury, también puedes evocar la de George Orwell ("1984") por ese control gubernamental que todo lo maneja.

La novela tiene un ritmo natural, fluye sin prisas, es calmada, grácil, y sin embargo la trama es tan inquietante que te atrapa irremediablemente. Cuando la leía no podía dejar de pensar que estaba leyendo a la Saramago japonesa. Es delicada y magnífica.

Entre Mariana Enríquez y Yoko Ogawa me considero afortunada por haber descubierto a dos fantásticas autoras a las que seguir siempre la pista.

 

Anika Lillo

 

Foto homenaje

Lapoliciadelamemoria

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