Anika entre libros

La familia

Ficha realizada por: Belén Flores
La familia

Título: La familia
Título Original: (La familia, 2022)
Autor: Sara Mesa
Editorial: Anagrama
Colección: Narrativas Hispánicas


Copyright:

© Sara Mesa, 2022

© Editorial Anagrama, S.A., 2022

Ilustraciones: Color
Edición: 1ª Edición: Septiembre 2022
ISBN: 9788433999542
Tapa: Blanda
Etiquetas: familia contemporánea crítica drama moral narrativa libros ilustrados literatura española novela novela de personajes secretos censura emociones sentimientos mentiras represión social machismo traumas soledad libertad relaciones familiares disciplina novela social
Nº de páginas: 224

Argumento:

"En esta familia no hay secretos", proclama al inicio de este libro Damián, el padre, un hombre de ideas e ideales fijos obsesionado con la rectitud y la pedagogía. Pero esa casa sin secretos está en realidad llena de grietas, y la opresión que se respira entre sus paredes termina creando vías de escape, códigos clandestinos, ocultamientos, fingimientos y mentiras.

Formada por dos niñas, dos niños, una madre y un padre, esta familia en apariencia normal, de clase trabajadora y llena de buenas intenciones, es la protagonista de una novela coral que abarca varias décadas y en cuyas historias laten el deseo de libertad y la crítica a los pilares que tradicionalmente han sostenido, y todavía sostienen en gran medida, la institución familiar.

 

Opinión:

 

Nada más comenzar lo primero que tenemos es una introducción al "hogar" de la familia en cuestión adentrándonos en él como espectadores invisibles de la vida familiar de los 6 miembros que la componen (los padres y 4 hijos, uno de los cuales es una sobrina a quien adoptan tras el fallecimiento de la madre). Y, además, se nos insta a "mira todo con atención", porque "hay que mirar las cosas muy de cerca para entenderlas". Pues vamos allá.

Lo siguiente que nos encontramos es la introducción al Padre (sí, en mayúsculas como el trato que se dispensaba a los progenitores en antaño), y su frase tan manidamente pronunciada de "en esta familia no hay secretos", como quien tiene que repetírselo muchas veces para creérselo, porque "los secretos nunca son buenos, se usan para tapar asuntos feos". A partir de ahí empezamos a entrar en la vida familiar a través de diversos episodios de la cotidianidad de cada uno de sus miembros. Una cotidianidad marcada por un reglamento de opresión y disciplina que, según se va leyendo, va acorralando y asfixiando al propio lector, que hace que continúe leyendo para ver si en algún momento se arroja algo de luz a lo que allí ocurre, o al menos, la esperanza de que cada uno de sus miembros encuentren una puerta de salida al ambiente rancio y oscuro que vivían.

Para entenderlo, imaginemos un hogar donde solo se pone la calefacción bien entrada la tarde-noche, pero no por falta de dinero, sino porque "no hay nada como el endurecimiento del cuerpo para fortalecer el alma" o la práctica de la moderación frente al despilfarro; o no tener televisor o que los niños no pudieran salir a jugar a la calle con los demás; o la obligación de pasar 2 horas en el salón juntos todas las tardes para mantener el espíritu de "familia", porque las familias ya no hacían eso y estaba trayendo consecuencias peligrosas para la sociedad; medir cada palabra y cada acto porque se les corregía continuamente por parte de Padre; o no hacerse regalos porque lo consideraba como una manifestación material del cariño; o no celebrar los cumpleaños; si hasta se medía la alegría que podían mostrar, si es que alguna vez tuvieron motivos para demostrarla…

Las reglamentaciones, el orden, la disciplina resultan tan indiscutibles por los hijos y por la mujer como asfixiantes para el lector que asiste a los tensos episodios de la familia en los que todos se muestran sumisos y fingen mantener una calma que es solo fachada porque en su interior estaban agitadísimos; una casa de silencios insoportables y unos hijos marcados por una profunda ignorancia de la vida más allá de esos muros y qué tan complicado era enfrentarse a él. Sin embargo, con el tiempo, cada uno aprendió a mentir a su manera, a no preguntar, a no contar y sortear con cautela montones de restricciones, al menos, para evitar ante los demás la vergüenza de la opresión en la que viven.

Mención especial merecen cada uno de los miembros, aunque algunos tienen más protagonismo que otros en el relato: La madre (sí, en este caso en minúsculas) que se casó con Padre porque le pilló en la época en que el valor de una mujer se tasaba en función del hombre que la elegía, en este caso, un abogado. Una mujer sumisa y desdibujada por la censura moral y dominación de su marido. Solo encontró el valor de expresarse en el umbral de su muerte y, aun así, justificado por Padre como un estado de demencia propio de la enfermedad que se la estaba llevando. La censura llegó hasta el punto de que no fue enterrada como ella deseaba serlo.

Damián es el primogénito, aunque su perfil es uno de los que pasa más desapercibido. Es el hijo más influenciable y, a pesar de que utilizó la mentira para sobrevivir, lo hacía para tratar de complacer a sus padres y ganarse su reconocimiento; sin embargo, nunca lo consiguió por mucho que lo intentara.

Rosa, segunda de los hijos en edad, cabezota, hostil, siempre con la sombra de un fantasma del pasado a la espera de volver a acosarla. Fue la primera que se atrevió a plantar cara al costumbrismo de esa familia independizándose, abandonando la carrera de psicología y huyendo del lugar que tanto rechazo le provocaba; aunque no fue fácil y fue una lacra que la persiguió como si la hiciera regresar siempre al lugar del que partía. Lo hace todo a escondidas y con una sensación de haber tomado algo que no le pertenece y que pudieran quitárselo en cualquier momento.

Aquilino, el menor de los hermanos, el más desvergonzado y listo, que por ser el último había aprendido a moverse con soltura en aguas difíciles sin perderse en el rodeo de los sentimientos innecesarios. Un personaje también con poco protagonismo.

Martina, la sobrina que adoptan tras el fallecimiento de la madre. Es el primer personaje que se nos presenta y sobre quien empezamos a sufrir la opresión del comportamiento de Padre. Sin embargo, ella sí ha conocido la otra cara de la vida y pronto aprendió que de algunos temas era mejor no hablar, como el de su pasado, y dentro de él, su verdadera madre. No solía meterse en las decisiones de la familia ni expresar su opinión, ella se sabía una intrusa y no se consideraba con el derecho de hacerlo. Fue de las primeras que intuye que en esa casa todos fingen y nadie hace lo que realmente quiere hacer, incluida ella misma. Se fue a vivir al extranjero tan pronto tuvo ocasión.

Y, finalmente, Padre, dominante, manipulador (alejó a su mujer de su familia y la manipuló hasta ella convertirse en un ser pequeñito) creyéndose con una superioridad intelectual respecto al resto; sin embargo, diciendo ser defensor y seguidor de la filosofía de Gandhi, pero proyectando una censura moral hacia él mismo, su familia y los demás con una doble máscara de falsedad; su propósito vital fue el de comenzar un Proyecto, que no era otra cosa que crear una familia, eso sí, como forma de contribuir al progreso social; un proyecto para el cual hasta pintó un mapa de ruta para no descarrilarse de su objetivo. A pesar de todo ello, es un ser que oculta muchas sombras, lleno de flaquezas y contradicciones, y un gran sufrimiento en su fuero interno. Tal y como lo describe una vecina: "qué hombre más irrelevante".

Como conclusión, un relato con historias cotidianas en las que el equilibrio entre mantener unas formas y una prudencia retrógradas y el deseo de libertad que late en los personajes, es tan precario que amenaza con romperse en cualquier momento llevando a todos al desastre. Una crítica a alguno de esos pilares que muy tradicionalmente sostenían la institución familiar.


Belén Flores

 

 

 

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