La exposición

Opinión:

Virginia Oldoini, condesa de Castiglione, fue una de las personalidades parisinas del siglo XIX que peor trato ha recibido por parte de los historiadores. Unos se han centrado siempre en su estilo de vida como mujer libre mucho antes de que llegara al mundo la primera ola feminista; otros, en cambio, la recuerdan como espía y femme fatale, pues -dicen- fue enviada por un ministro de Víctor Manuel II de Saboya para que sedujera a Napoleón III y lo convenciera de atacara a su enemigo común, el imperio austrohúngaro. Se han escrito numerosos ensayos sobre ella, y también aparece vista descrita por la pluma de muchos escritores de su época. Sin embargo, su vocación como modelo ha pasado desapercibida hasta ahora.

Y es que durante años, desde que la condesa vivió una ruptura sentimental, recurría semanalmente al fotógrafo Pierre-Louis Pierson para que la retratara con complementos y vestidos variopintos y posturas que, en aquella época, no serían consideradas naturales ni por los artistas más extravagantes. La mujer que fue definida como la más bella de París quedó reducida únicamente a un cúmulo de fotografías de aire melancólico en las que parecen contenidas todas las insatisfacciones y tristezas que acumuló en su vida. El cuerpo femenino, su vestimenta, la luz y una habitación oscura; esos cuatro elementos son los forman el catálogo de fotografías -como la que puede verse en portada- que trazan el avance del tiempo en la carne de la condesa de Castiglione.

En cualquier caso, "La exposición" no es un ensayo sobre fotografía al uso. Nathalie Léger sustenta su reflexión en un hilo argumental anecdótico: convergen en un mismo momento temporal el encuentro de un catálogo, "La Comtesse de Castiglione par elle-même", y el trabajo en un proyecto sobre el patrimonio de un museo. A partir de la coincidencia -ficcional o real- de estos dos acontecimientos culturales, Léger va tejiendo un texto reflexivo que oscila entre la condesa de Castiglione y el abismo en que se ha convertido la disciplina fotográfica. Entre sus páginas, recuerda por ejemplo a grandes modelos como Marilyn Monroe o Isabelle Huppert, comparadas aquí con el glamour que manifiesta la condesa en sus fotografías.

Todo ello va acompañado de los comentarios que hicieron sus coetáneos sobre la condesa de Castiglione: "era demasiado bella para pensar siquiera en aproximarse a ella", escribe madame Odier, "Muy engreída, convencida de su superioridad, desdeñosa y altanera", sentencia el conde de Maugny. En conjunto, fotografías, reflexiones y comentarios vienen a dar una imagen de la condesa de Castiglione como una persona solitaria, incomprendida y a la que sus propias virtudes se le volvieron en contra. La cámara, por suerte, logró captar esa personalidad singular.

Darío Luque