Kintsugi. El arte de la resiliencia

Opinión:

La idea básica de este libro, que consistiría en actuar con resiliencia ante las crudas adversidades de la vida, puede estar muy bien y resultar beneficiosa para la persona, pero también habrá que matizar bastante cuál puede ser su alcance y en qué ámbitos de aplicación se podría utilizar con acierto.

Lo que sí me parece un despropósito es que la editorial lo incluya dentro de su colección "Hobbies", por más que incluya una descripción completa de los pasos necesarios para reparar un objeto de acuerdo con el kintsugi tradicional japonés.

De acuerdo con su vertiente más prosaica y material, el kintsugi actúa sobre objetos que han sido o están rotos, recomponiéndolos mediante un complejo proceso en su forma y función originales, sin ocultar las taras, sino que se trataría de resaltar más todavía las marcas de las fisuras o marcas que haya sufrido, haciendo que destaquen sobre el resto del objeto, otorgando así a este un valor especial en el reconocimiento de que ahora es único, precisamente por sus defectos.

Hasta aquí muy bien, pero la propuesta del libro también alcanza a las personas y se aplicaría entonces sobre las heridas recibidas en los infortunios de la vida. Al menos no dice que sea fácil, sino que plantea ese kintsugi personal como un proceso largo y complejo.

Pero, claro, también hay diferencias. No somos un objeto decorativo y dudo que sea constructivo que esas heridas remarcadas queden al descubierto de las miradas. Vale que sea así, pero el libro no entra en esos detalles y muchas veces se queda en una periferia psicológica y evita el conflicto directo, incluso la propia autora decora con fineza sus propias marcas cuando las utiliza para describir una parte del proceso.

Supongo que el propósito, no confesado, es que cada persona que utilice este libro como una guía abstracta, teórica, mientras encuentra su propio camino según la inspiración que llegue a sentir.

Hasta he llegado a pensar que la propia extensión del proceso, descrito hasta el último detalle, conllevaría, como efecto secundario, un cierto olvido de la herida original. Vamos, como hacer borrón y cuenta nueva.

Al final, considero que la realidad no es tan simple como unas sencillas manualidades, por mucho que esa sea la apariencia de la propuesta recogida en el libro. Tampoco que resaltar lo sufrido sea la mejor opción.

¿Por qué no dejarlo en un sencillo maquillaje que nos permita sentirnos como personas, si no completas, más o menos presentables? Es como hacen algunas personas, que se hacen un tatuaje encima de cicatrices, cambiando totalmente la percepción estética. Y respecto las heridas emocionales, prefiero no entrar.

Aun con todo, me parece que "Kintsugi. El arte de la resiliencia" puede ser un interesante libro de autoayuda. Eso sí, siempre que la persona se acerque manteniendo la distancia y lo vea como una bonita historia de la que, tal vez, pueda utilizar algo en su propio beneficio.

Selin