Anika entre libros

Hasta nunca, Peter Pan

Ficha realizada por: Lidia Casado
Hasta nunca, Peter Pan

Título: Hasta nunca, Peter Pan
Título Original: (Hasta nunca, Peter Pan, 2020)
Autor: Nando López
Editorial: Espasa
Colección: Espasa Narrativa


Copyright:

© Nando López, 2020

© Editorial Planeta, S.A., 2020

Edición: 1ª Edición: Junio 2020
ISBN: 9788467058796
Tapa: Blanda
Etiquetas: bullying adolescencia familia amistad cine películas coleccionismo contemporánea mujeres narrativa literatura española novela violencia de género series de televisión acoso paternidad maternidad madurez nostalgia crisis de los 40 autoficción
Nº de páginas: 416

Argumento:

¿No te parece que hay momentos en la vida en los que todo se junta? Pues es eso lo que le pasa a David, el protagonista de esta novela, que ve cómo, de repente, su novia le deja, tiene que empezar a trabajar en una película que no es la que él quisiera hacer y, encima, su hermana le pide que se quede al cargo de su sobrino adolescente con el que nunca ha tenido una gran relación. ¿Pueden empeorar las cosas? Por supuesto. Siempre pueden hacerlo.

 

Opinión:

 

Empecé a leer este libro sabiendo que me iba a gustar. Tenía todos los elementos para hacerlo: un autor al que sigo desde hace tiempo y que nunca me ha decepcionado, un tema con el que me identifico (la crisis de los 40 y la sensación de, a pesar de tener ya una edad, no tener nada claro qué hacer con tu vida) y un montón de referencias a pelis, series, libros, muñecos y demás frikadas que me encantaría tener.

Pero lo que no me esperaba era encontrarme con una novela tan llena de contradicciones: compleja y sencilla a la vez, profunda pero que da la sensación de liviana, autoficcional pero (como diría David) también "heteroficcional" y triste, evocadora, melancólica, divertida y esperanzadora. Todo al mismo tiempo.

Y, desde luego, lo que no me esperaba para nada era encontrarme con un narrador como el de esta novela. Un narrador intrusivo que va cobrando cada vez más importancia en la trama y que proporciona un juego brutal a la obra (y una serie de guiños muy divertidos y entrañables para quienes seguimos a Nando López desde hace tiempo). Y no voy a hablar más de él, que no quiere desvelarle la sorpresa a nadie.

Así que hablaré de los personajes y los temas que se tocan en este libro, que son muchos y muy enjundiosos.

Respecto a los personajes, el peso de la trama lo lleva, obviamente, David, el protagonista: un ¿chico? ¿hombre? ¿señor? de 42 años al que es difícil meter en ningún cajón porque no sabe una muy bien en qué momento vital se encuentra. ¿Es adulto? ¿Es un eterno adolescente? ¿Es un viejoven? Lo que está claro es que, a su edad, no sabe qué hacer con su vida. Y, por lo que parece en el libro (y lo que veo cerca), no parece ser el único. ¿Será nuestra generación la que más cerca ha estado nunca de Peter Pan? ¿Somos unos eternos inmaduros? ¿No hemos sabido forjar nuestro propio camino? ¿O, como dice uno de los personajes, nos dijeron que podíamos hacer tantas cosas, que podríamos llegar tan alto… que no hemos sabido qué hacer con tantos sueños y expectativas?

En fin. A lo que iba: David. David… no sé si te cae bien o mal o bien y mal. Tiene algunos rasgos que son como para darle collejas de aquí al día del juicio final pero, en el fondo, destila una vulnerabilidad que lo hace entrañable. Vamos, que te lo llevarías a casa. A él. Pero no a todas sus cosas. Y es que David tiene el vicio (llamémosle así) de coleccionar toda suerte de objetos relacionados con series y películas, de manera que su casa es un auténtico museo. Un museo dedicado a sí mismo, a su vida, sus recuerdos, sus emociones y sus gustos. Por eso es tan difícil vivir con él. Y por eso Marta, su novia, le deja en el comienzo de la novela.

La amalgama de cosas que posee David (y que tan fácil me ha resultado imaginar porque sus referencias son las mías. Bueno, no tanto… pero un poco sí) cae sobre Marta de la misma manera que el torrente de referencias culturales cae sobre el lector de la obra. De hecho, a veces satura tanta referencia, tanta cita, tanto nombre, tanto título, tanta escena… Pero creo que justamente ese es el objetivo: sentir la intensidad con la que David vive su afición.

Una afición que quiere convertir en trabajo fijo, estable y, sobre todo, exitoso… pero sin mucha fortuna hasta el momento. Claro que, a lo mejor, en esto algo tienen que ver sus padres (¡madre mía, qué padres!), que nunca han confiado en sus posibilidades.

Además, David tiene una hermana, Bea, que es la perfección en persona. Al menos, para sus padres. A lo largo de la novela iremos viendo que a lo mejor no lo es tanto. Aunque nadie le puede quitar el mérito de luchar por lo que ambiciona.

De hecho, este uno de los temas más interesantes de la novela: cómo no vemos con malos ojos que un hombre se aleje de su familia (incluso físicamente, viajando a otro país) por trabajo, pero cómo la decisión nos chirría mucho si quien lo hace es una mujer.

Y es ese, precisamente, es otro de los temas de la novela: cómo vivimos la paternidad y la maternidad, cómo valoramos el papel que hicieron nuestros padres, qué nivel de preferencia le damos en nuestras vidas a la familia.

Junto a estos, López vuelve a tratar otro de sus temas favoritos o "fantasmas de escritor", que diría Charles Mauron, máximo exponente de la Psicocrítica: el de la adolescencia y todo lo que conlleva. Pero, como siempre, lo hace desde una perspectiva cercana a ellos y alejada de los prejuicios y etiquetas (otro de los aspectos que más me gustan del autor).

Hay muchísimos temas interesantes más en la novela. Empezando por el de la amistad (¿es para siempre?), la evolución personal, los recuerdos, el daño que causamos a otros, el amor, el sexo, la nostalgia… pero voy a cerrar ya, que esta reseña se va pareciendo demasiado a la casa de David: demasiado llena de cosas.

Solo dos líneas para recomendar, recomendar y recomendar esta lectura que podría parecer un libro más que habla sobre la madurez, el complejo de Peter Pan y bla, bla, bla… pero que no lo es. Y que incluye un trabajazo literario que hay que hacer notar y alabarle al autor. Y que encantará a quienes rondan la edad de David. Y de Nando. Y la mía.

 

Lidia Casado

 

 

 

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