Extrañas

Opinión:

Lo primero que llama la atención, nada más abrir "Las extrañas", es el estilo de escritura que ha escogido Guillermo Arriaga. En primera persona pretérito, es un mazacote de texto sin respiros: sin subordinadas, todo separado por comas, incluyendo los diálogos intercalados, y una gran escasez de puntos, hasta el extremo de haber decenas de páginas sin encontrar ninguno, lo cual, a muchos lectores, puede resultarles muy agobiante, como es mi caso. De los puntos y aparte mejor ni hablar, no deben llegar al centenar en casi quinientas páginas.

También tenemos un exceso descriptivo importante que, sobre todo en puntos más escatológicos como las autopsias (describe órgano a órgano lo que se encuentra y cómo es), pueden poner a prueba la sensibilidad del lector. Por otro lado, encontramos palabras y expresiones bastante elitistas y pedantes, lo cual es creíble dado el contexto en que se crio el protagonista (muy exclusivo y excluyente), pero también se le escapan al autor algunas frases que son más barriobajeras y de estrato humilde, lo cual no lo es tanto.

Además, hay otras cosas que resultan extrañas o al borde de lo increíble, como algunos personajes femeninos o el propio doctor Black, que ha realizado todo tipo de operaciones (y de las complicadas, prácticamente a ciegas al ser casos atípicos), todas exitosas, algo que no ocurre ni siquiera en esta época, tanto menos en un siglo en el que la cirugía estaba en pañales. Por no hablar de que el personaje se pasa el libro borracho por la absenta.

Al margen del estilo, el tema tratado no carece de interés. Por un lado, tenemos a los extraños, a los monstruos de circo, a aquellos que han nacido con la diferencia y que sufren de la exclusión, e incluso de la violencia, de la gente común. Descubrimos muchas de sus historias, cómo viven y cómo los percibían la ciencia y la religión de la época, como fenómenos inexplicables sobre cuyas causas solo podían especular y en los que la ciencia no había ahondado, hasta el punto de tener que viajar más allá de Egipto para conseguir informaciones sobre algunos casos.

En ese contexto, tenemos a William, que se enfrenta a numerosos dilemas morales: primero, en el contexto de su condición de heredero, aunque el conflicto no es tan grande ya que en ningún momento se ve en la indigencia y goza de una situación económica más que desahogada. Luego, surgen dilemas éticos durante su desarrollo como profesional y en su nueva vida. No solo se trata de los diferentes, sino también de su vida personal: cómo se enfrenta a su nueva condición, las amistades que hace, su enamoramiento con una antigua prostituta (que le genera no pocos conflictos) y, finalmente, el dilema y "aventura" central, que ocupa buena parte de la segunda mitad: la operación a una mujer de dos cabezas.

El caso plantea todo tipo de conflictos éticos, porque cada cabeza tiene una personalidad y sensibilidad diferentes, lo cual quiere decir que extirpar una equivale a un asesinato, por no hablar del riesgo para la cabeza restante. No obstante, han llegado a una situación en la que no quieren seguir viviendo de ese modo, lo que significa que, si no extirpan una cabeza, se suicidarán ambas. Aparte, no solo hay duda entre operar o no operar, sino también qué cabeza extirpar. La duda queda en el aire, y más de un lector acabará cabreado por el final.

En definitiva, es un libro que, por su temática, llama la atención, aunque por su estilo puede encantar o ser odioso según el lector.

Déborah F. Muñoz