Anika entre libros

Entrevista a Emilio Calle por "El hombre que pudo salvar el Titanic"

"Sesenta años luchando por buscar una forma legal de demostrar que no pudiste salvar la vida de mil quinientas personas, leyendo tu nombre en cada difamación"

Firma: Anika Lillo / Foto: autor / Enero 2011

 

Si crees que del Titanic se ha escrito y dicho todo, quizá descubras en esta entrevista que estás en un error. La tragedia del Titanic tuvo los brazos muy largos, y no sólo los que viajaban en este monstruo naval fueron afectados. El Californian, capitaneado por Stanley Lord estaba cerca, pero no acudió al rescate. ¿Por qué? ¿Cómo influyó esta decisión en la vida del capitán Lord? Con el Titanic se hundió algo más de lo que conocemos y es el autor Emilio Calle quien le ha dado voz al capitán Lord en "El hombre que pudo salvar el Titanic", una novela introspectiva y biográfica que habla de su propio hundimiento.

Cuando se cumplen 25 años del descubrimiento en el fondo marino del Titanic, Emilio Calle publica "El hombre que pudo salvar el Titanic", pero su carrera comenzó mucho antes. Malagueño nacido en 1963, durante diez años fue el autor de «Tras la pista», relatos breves de corte policíaco que aparecieron en la revista de pasatiempos del dominical de El País. Ha colaborado también en las revistas Clío, Historia 16 y Blanco y Negro. Ha publicado las novelas Linda maestra y La estrategia del trueno, y el libro de cuentos Imaginando rutas. En colaboración con Ada Simón ha publicado el ensayo Los barcos del exilio y la novela La rival de la reina.

 

 

ENTREVISTA

 

Siempre se han escrito libros sobre el Titanic pero tú lo has escrito sobre "el hombre que pudo salvar al Titanic" ¿por qué esta elección?

Siento una fascinación insaciable por los océanos y por las historias que transcurren en alta mar. Y obviamente, el Titanic, sus misterios su leyenda, me sedujeron desde la primera vez que supe de ellos. Pero también desde el principio toda mi atención quedó más fijada en un Emiliocalle2barco que navegaba cerca, aunque no quedaba claro su papel en la tragedia.

Leyendo las actas de las investigaciones, descubrí que en las conclusiones se afirmaba con rotundidad que el capitán de ese barco pudo haber salvado a todas (y remarco lo de todas) las personas que navegaban a bordo del Titanic. Fue así como descubrí al Capitán Lord, y la oscuridad en torno a su figura me intrigó tanto que no supe resistirme a saber más de ese hombre tan decisivo en apariencia para entender lo que pasó aquella noche, pero, a la vez, tan intranscendente para la mayoría de aquellos que han reconstruido el suceso.

 

¿Por qué lo has escrito en primera persona?

Era de suma importancia dejar claro desde el principio que el Titanic no era el principal protagonista de mi historia. Debía ser Lord quien hablara, quien asumiera la voz de todos aquellos que sobrevivieron a la tragedia, ya estuviesen más o menos implicados en ella. Era conceder la palabra a los que tuvieron que pasarse una vida recordando una y otra vez lo que significó para ellas lo ocurrido. Y no todos subidos en pedestales porque sus historias no resultaban conmovedoras. Uno de los vigías que avistó al iceberg asesino, se pegó un tiro, harto de miserías. De haber utilizado la tercera persona, dudo mucho que hubiera podido sacar al lector de los hechos por todos conocidos para proponerle una nueva perspectiva. Además, si marcaba esa distancia, la novela podía generar unas expectativas más propias del género de la intriga. Y aquí no la hay. Aquí se da forma a un misterio irresoluble. Y Lord fue el primero en entenderlo. Y tenía que ser él quien lo expresara.

 

Imagino que te habrás documentado mucho pero ¿te ha resultado fácil llegar al capitán Lord y ponerte en su lugar?

Ha sido muy, muy complicado. Ni siquiera sé si he podido aproximarme a lo que pudo sentir. Tenía sus testimonios, conocía parte de su vida, había leído alguna carta suya. Pero erigir una culpa tan abrumadora e injusta me volvía loco. Sesenta años luchando por buscar una forma legal de demostrar que no pudiste salvar la vida de mil quinientas personas, leyendo tu nombre en cada difamación, volver a vivir entre los tuyos con ese estigma cubriendo tu cuerpo y ocupando tu mente. Confieso que en algún capítulo estuve a punto de tirar la toalla.

 

¿Hay ficción en "El hombre que pudo salvar el Titanic"?

El libro se divide en dos partes. En una de ellas, he tratado de reconstruir lo sucedido aquella noche a bordo del Californian (palabra por palabra, hora a hora) ateniéndome únicamente a los testimonios recogidos por las comisiones de investigación estadounidenses y británica, que empezaron pocos días después de que el Titanic se hundiera. En la otra, aunque siempre siguiendo los pasos reales en la vida de Lord, inventé encuentros imaginarios con personales reales para que fueran ellos los que aportarán una visión periférica de la búsqueda de la verdad por parte del Capitán.

 

El capitán Lord mantenía que el Titanic era un barco maldito incluso antes de su hundimiento ¿por qué?

Con ello me hago eco de un momento decisivo en la historia de la navegación. Muchos veían la construcción del Titanic como el fin de un modo de entender los barcos, la vida en alta mar, la inquietante ausencia de un respeto ancestral por los mares. Recientemente una descendiente de uno de los oficiales del Titanic ha tratado (sin mucho crédito) de sorprendernos con la revelación de que el hundimiento se produjo a causa de un error del timonel, que aún no sabía manejar los nuevos timones que hacían virar los barcos al contrario de cómo lo hacían tan solo unos meses antes. El razonamiento es absurdo, pero indica el grado de preocupación que existía al tener que manejar semejantes gigantes de acero. Incluso para un capitán de vapores, como lo era Lord, aquellas monstruosidades sólo podrían traer desgracias.

 

Joseph Conrad le animó a seguir manteniendo esa idea ¿es real esta historia?

No, pertenece a esos encuentros ya mencionados con los que Lord buscaba cabos a los que aferrarse mientras se hundía en la culpa (justa o injusta, debe decidirlo el lector). Conrad escribió unos fantásticos artículos sobre el hundimiento del Titanic, así como otros tantos sobre la nueva navegación, que detestaba. ¿Una conversación entre dos hombres que, cada uno a su modo, habían viajado al corazón de las tinieblas? Demasiado tentador como para no intentarlo.

 

¿La fe en la existencia de los barcos fantasmas y la creencia en las maldiciones del mar son las que caracterizan al marino clásico?

Me resulta imposible establecer la definición de un marino clásico, aunque como lector sé que en no pocas veces superstición es sinónimo de marino. Pero en cualquier caso, pienso que todas esas historias sobre barcos fantasmas o travesías según Allan Poe adquieren una fuerza desproporcionada en la imaginación de cualquiera.

 

Una de las partes más interesantes del libro habla de un tercer barco ¿creyó siempre el capitán Lord que aquel barco era el que mandaba las señales y por eso no supo nada del Titanic?

Hasta el día de su muerte, Lord mantuvo que hubo un tercer barco entre el suyo y el Titanic. No fue un sueño, o una alucinación. Muchos otros marinos a bordo del Californian lo estuvieron contemplando durante más de dos horas, y luchando en todo momento por comunicarse con él. Y como cuesta creer que de ser el Titanic, éste se hubiese desentendido de un barco cercano que le hacía señales constantemente, parece razonable afirmar para cualquier que entre el Titanic y el Californian hubo una tercera embarcación que jamás ha podido identificarse, probablemente porque en su momento no se puso el debido empeño.

 

Cuentas que en los juicios salió a relucir este tercer barco, pero no se tuvo en cuenta prácticamente ¿y eso?

Salió a relucir y no sólo por los miembros del Californian. Muchas personas que iban a bordo del Titanic también vieron señales de un barco cercano, que después se dijo que era el que capitaneaba el propio Lord. Es evidente que aquello fue acallado de forma deliberada. Y con esto no quiero avivar posibles intrigas. Más bien al contrario.

Había muchísimo dinero en juego. Los grandes poderes fácticos hicieron su trabajo y se erigió una "verdad oficial" que, aún arrastrando muchas polémicas, es la que se mantiene hoy en día. Un ejemplo. Más de setecientas personas vieron cómo el Titanic se partía en dos. Un adolescente hizo un dibujo mientras estaba en uno de los botes donde, viñeta a viñeta, mostraba perfectamente la ruptura del casco. Pero una vez demostrado que el barco no era insumergible, no había muchas ganas de ir contando que su estructura podía quebrarse como la cáscara de un huevo. Y hasta 1985 (año en que el Dr. Ballard halla el pecio en dos piezas muy separadas entre sí) tanto películas como libros (incluyendo autores tan magistrales como Arthur C. Clark) daban por cierto que el barco se había hundido intacto, y que intacto seguía en los fondos abisales.

Por cierto, el descubrimiento de la verdadera posición donde se había hundido (pues transmitió una equivocada) demostraba que Lord no hubiera podido hacer nada por el Titanic ni aunque se hubiese enterado un segundo después del choque contra el iceberg.

 

Tampoco parece que se le haya dado mucha importancia en otros libros o documentales donde el protagonista siempre es con diferencia el Titanic, y sus víctimas...

Pienso que eso se debe al aura de epopeya épica con la que casi siempre se ha narrado la historia, especialmente desde que James Cameron lo sumergiera en un mar de romanticismo, y el iceberg lo que puso fin realmente fue a un amor imposible. Pese a que nadie se ha mostrado especialmente respetuoso a la hora de explorar sus restos bajo el mar, con polémicas acusaciones de profanación, sigue siendo complicado abordar la historia de esa noche despojándola de todo lo contado hasta ahora y de su modo de narrarlo. Siempre lo ha sido. Y por poco que uno se pare a pensar en el asunto, lo ocurrido en esas dos horas nefastas tuvo que ser un verdadero infierno.

Aunque ahora se pueden encontrar algunos trabajos más severos, aún quedan temas a los que pocos se atreven a acercarse porque sería entrar en el más puro de los horrores. Como la travesía (para mí, lo más aterrador de esa noche) de los supervivientes desde que el Titanic se hundió hasta que fueron rescatados. Entrar en episodios como ese suponen plantarse en el centro del terror. Y el Titanic es el barco de los sueños. No se admiten pesadillas.

 

En la novela aparece un personaje que parece de ficción, Phillwood ¿confirmas que es ficción? Y en caso afirmativo ¿es un método para generar expectación con un halo de novela negra en la trama?

Efectivamente, es un personaje ficticio. Necesitaba a alguien que pudiera representar las oscuras fuerzas que las compañías de seguros dejaron en libertad para cubrirse las espaldas. Era mi comodín para raspar en ciertas partes sucias de la tragedia. Philwood rastrea chantajes, busca mentiras donde relucen verdades, detecta a los que pretenden aprovechar el agua revuelta para inventarse pérdidas que luego podían reclamar. Y además me permitía imaginar cómo pudo ser el primera "lordista", como pronto fueron conocidos aquellos que creían en la versión del Capitán Lord. Temí que pudiera cobrar un protagonismo que prometiera grandes revelaciones o finales sorpresas. Pero creo, como era su trabajo, se quedó en un segundo plano.

 

Después de esta novela ¿qué viene?

Como los viejos marinos, tengo mis supersticiones. Pero esta vez apuesto por más escalofríos.

 

Emilio, gracias por acercarnos la historia del Titanic desde otra perspectiva y un abrazo.

Gracias a ti por acercarme a los lectores. Bienvenido sea ese abrazo.

 

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