Elena: instantes de felicidad

Opinión:

Estamos ante lo que en psicología se denomina "escritura terapéutica", que consiste en escribir sobre aquello que nos ha ocurrido como una forma de re-experimentar situaciones pasadas, pero en un contexto con más calma. Se dice que escribir sobre nuestras emociones es particularmente beneficioso porque nos permite valorar el efecto que estas han tenido en las diferentes esferas de nuestra vida. Esto es lo que hace Elena, escribir sobre diferentes hechos del pasado y los sentimientos provocados en ella, lo que la permite encontrarse consigo misma y experimentar el poder sanador de las palabras.

Es el breve relato (apenas 100 páginas) de la vida de Elena desde su punto de vista porque, como ella misma dice, "cada persona ve el mundo de una manera", y una misma vida contada por otra persona, seguramente se vería diferente. Una mujer ya en la madurez que padece fibromialgia, y nos cuenta retazos de su vida, con sus emociones, algunas buenas y otras no tanto, su perseverancia, sus adversidades, y como proclama el título, con sus "instantes de felicidad", puesto que la vida siempre tiene dos caras, depende de nosotros cual escoger.

¿Qué es la felicidad? En las últimas décadas las librerías se han llenado de libros que pretenden descubrirnos dónde hallarla, como si del Santo Grial se tratara. ¿De verdad hay que ir tan lejos? Elena, un día de verano del año 2015 empieza a preguntarse acerca de ella en un momento especialmente oscuro de su vida, recién divorciada, y con pocos instantes de felicidad en ese momento. Mediante la escritura rememorará sus "instantes de felicidad" que la ayudarán a superar la tristeza del momento con la esperanza de que, en algún momento, la moneda volviera a girarse y volvieran sus "instantes de felicidad".

A partir de aquí, hace volar sus pensamientos hacia el pasado a rememorar su infancia en Utrera, una etapa en la que fue feliz con sus padres, quienes la inculcaron unos valores buenos a ella y a sus hermanas, y en la que fue fraguando su personalidad, responsable, generosa, con numerosos "instantes de felicidad; sus bonitos recuerdos del colegio; sus primeros años tras el traslado con su familia a Barcelona en una ciudad diferente; su primer trabajo; cómo conoció al que fue su marido; el nacimiento de su hijo. También habrá recuerdos menos amables como cuando se burlaban los niños del colegio porque su madre padecía de una cojera; o el sentido de culpa por diversos episodios propios de una niña pero que a ella la acompañaron toda su vida, pues no es fácil eliminar las cargas emocionales que nos creamos en la infancia; los duros comienzos en Barcelona; o cómo a partir de los 22 años empezó a tener fuertes migrañas y a los 26 años tuvo la primera crisis de su enfermedad, aún desconocida; la dificultad de su entorno para diagnosticarla y comprenderla, por eso hoy en día se la cataloga como "la enfermedad invisible" porque solo la siente quien la padece. Tuvo que esperar hasta los 43 años para ponerla un nombre; un grave accidente de tráfico que le agravó su enfermedad y cómo tuvo que aprender a vivir con ella; u otras graves enfermedades por las que tuvo que pasar como un cáncer de mama, hipertiroidismo, o una importante cirugía de colon (según dicen los problemas emocionales influyen en la salud); o su lenta recuperación hasta que, un día, volvió a salir a tomar un café y a volver a experimentar "instantes de felicidad". 

Durante la lectura podremos entresacar aprendizajes de sus experiencias y que ella, generosamente, comparte con el lector, seguramente sin ánimo de nada, puede solo que le sirvan a ella misma, pero son universales: "El daño que pueden hacer las palabras en las personas a quién se las dices"; "Eduquemos de forma positiva, enseñemos empatía, dejemos un mundo mejor a las próximas generaciones"; "Qué importante es la comunicación con la pareja, no irse a la cama sin arreglar el motivo de una discusión"; "Si estás con una persona que no hace nada por mantener una relación, déjala ir, aunque duela"; "Esforcémonos por mantener nuestras relaciones de pareja, de familia, con amigos"; "Si eres una persona que está sufriendo en este momento, nunca olvides que, con empeño, el sol siempre vuelve a salir". 

Y, cómo no enumerar algunos de esos "instantes de felicidad" que tan bien plasma y que, como podremos comprobar, no se dan "subiendo al Everest": los juegos con sus hermanas en las tardes de verano; la protección de su madre; el nacimiento de su hermana pequeña; el convite por la celebración de su primera comunión; las estancias con sus abuelos; los juegos con una amiga vecina; los buenos momentos con los compañeros de trabajo; el nacimiento de su hijo; las largas conversaciones con su madre ya de mayor, etc.

Como conclusión, claramente la felicidad se encuentra en multitud de instantes de nuestras vidas, nunca es permanente. El error sería no saber aprovecharlos al máximo. Lo importante es darnos cuenta de cuándo se están produciendo.

"Vive cada segundo como si fuera el último, y busca tus instantes de felicidad". 

Belén Flores