El seductor

Opinión:

Isaac Bashevis Singer (1904-1991) es un escritor singular y no suficientemente leído en nuestro país que en 1978 se llevó el Nobel que pertenecía a una estirpe: la de los escritores judíos europeos que enraizaban en Estados Unidos, rutilando entre estrellas como Saul Bellow y Philip Roth. Resultaría sencillo emparentarlo con cualquiera de los dos, aunque en mi opinión resiste más el puente que nos lleva a Bellow. Retrató muy bien las neurosis colectivas de la comunidad judía estadounidense, y presentó de una manera nada maniquea ni victimista la vida de sus iguales. Antes al contrario, en su literatura hay más vividores que mártires, más pillos que víctimas. La novela "El seductor", que ahora pone en circulación Acantilado -siempre con buen olfato- es una traducción directa del yiddish, lengua en la que escribió quien llegara a Estados Unidos con treinta y un años y no tuviera nada sencillo aclimatarse a la realidad del país.

Aunque se publicó originalmente por entregas en el Jewish Daily Forward, la obra es una novela compacta y bien trazada que tiene como protagonista a Hertz Mínsker, un donjuán recién llegado a Estados Unidos que es pintado como un neurótico y un vividor, que entre andanza y juerga sabe extraer para el lector enseñanzas de la vida en lo que aparentemente no es más que una vida disipada y sin rumbo. Diciéndose escritor aunque su obra no haya trascendido, muchas veces divorciado y sin un plan de vida real, en Nueva York coincidirá con Morris Kálisher, amigo de infancia que se convertirá en su protector y mecenas más o menos voluntario. El libro brinda la oportunidad de saber algo más sobre las comunidades jasídicas, una interpretación mística del judaísmo ortodoxo. Si Hertz es todo desenfreno, Morris es un tipo apocado y pacato, de manera que durante la novela el escritor puede exprimir bien el terreno que queda entre dos experiencias vitales tan distintas.

Tengan cuidado de no confundir a los dos hermanos escritores Isaac Bashevis Singer e Israel Yehoshua Singer, autor de obras como Los hermanos Ashkenazi. La traducción, directa, está a cargo de Rhoda Henelde Abecasís y Jacob Abecasís Hachuel, que ya habían trabajado con éxito para la editorial en títulos anteriores.

Rafael Ruiz Pleguezuelos