El camino del tabaco

Opinión:

El género gótico siempre fue un género literario que, tras su inclusión gracias a Edgar Allan Poe, gozó de mucha popularidad en los Estados Unidos, y a día de hoy aún sigue siendo un género muy utilizado, o al menos sus elementos caracterizan parte de las novelas norteamericanas. Es este fenómeno tal, que incluso nació, a finales del siglo XIX, el gótico sureño, un subgénero en el cual el macabrismo, la oscuridad y la exageración se mezclan con la realidad de un sur malherido por las guerras y la esclavitud. Sus máximos exponentes a ojos de los críticos son William Faulkner y Truman Capote, pero sus juicios son tan crueles como el contenido del subgénero. Erskine Caldwell (1903-1987), autor de la obra aquí reseñada y del clásico "La parcela de Dios", bien podría estar incluido en la cima de esa lista, mas el tiempo le ha hecho ir cayendo entre la niebla y el olvido. 

Este autor fue hijo de un ministro de la Iglesia presbiteriana y trabajó como corresponsal y escritor. Se mostró en todo momento muy crítico con su país desde la aparición del sueño americano y de su consiguiente crack del 29, momento clave en el siglo XX que provocó una grave crisis en el país y un tambaleo en Europa. Sus novelas retratan el sur del país, la parte que más afectada se vio, donde la tierra que tanto antes proporcionó se vació de vida y arruinó a miles de personas. Sus descripciones destacan por la crueldad y la verdad sin tapujos, enmarcada en una realidad grotesca, despiadada y sin miramientos. Los diálogos, en especial, alumbran y señalan esa realidad sin colores bonitos, donde el sueño americano se traduce en un sueño efímero que se choca contra un muro infranqueable. Los protagonistan carecen de belleza, de inteligencia, empujados por la esperanza vana y ciega.

"El camino del tabaco" obtuvo un gran éxito en su momento, a la vez que ácidas críticas e incluso censuras en algunas ciudades del país. Se popularizó tanto, que surgieron una adaptación teatral y una adaptación cinematográfica. La primera, diriga por Jack Kirkland, consiguió convertirse en la obra teatral más longeva de Broadway, y en la actualidad copa el puesto número 19 de toda la historia. John Ford se encargó de la película, estrenada en 1941, añadiéndole un punto de comedia, y fue un éxito de taquilla. 

El libro se desmarca de finales felices, de cuentos de hadas o de guiños de optimismo. Combina realidad y fantasía para, un tanto cercano al esperpento de Valle-Inclán, revelar la auténtica verdad del país, vilmente maquillada por el gobierno y la prensa. Sus personajes son toscos, sus ideas rozan lo absurdo, su pobreza es extrema. Quien pretenda buscar un buen rato con la lectura, con Erskine Caldwell no lo hallará. Sin embargo, encontrará los efectos de la Gran Depresión del sur del "mejor país del mundo". 

Cristià Serrano