El bosque de los susurros

Opinión:

"El bosque de los susurros", escrito por Greg Howard, es de las mejores novelas juveniles que he leído.

Está pensaba para un público infantil o juvenil, a mi manera de ver de unos 11 años en adelante, pero es una novela que los adultos deberían de leer también, por los mensajes que transmite y las reflexiones que encontraremos en su interior. Además, me parece una lectura genial para que los niños hagan en conjunto a sus padres y se expongan lo que piensan sobre las diferentes situaciones que Riley, el protagonista, tiene que vivir.

Lo primero que me llamó la atención de "El bosque de los susurros" fue su portada, ya que transmite una paz y una magia que enamoran. El bosque, la silueta de un niño con su perro, las luces azules y el resplandor ya prometen una historia especial, pero no me esperaba encontrar una historia que lo fuera tanto. La portada ha sido todo un acierto, ya que encaja a la perfección con lo que encontraremos en su interior.

Una vez que el lector se adentra en sus páginas, quedará enamorado de la prosa de Greg Howard. Tiene una delicadeza maravillosa y una manera muy original y diferente de exponer los pensamientos y sentimientos de Riley, un niño de tan solo once años. El narrador es Riley, así que conoceremos de su propia mano cómo vive la situación. Me ha aportado una visión diferente y que, en un momento dado, puede ayudar tanto a los niños que lo lean a comprenderse un poco mejor a sí mismos, como a no tener miedo y afrontar las situaciones que les vengan en su vida. Pero también puede ayudar a los adultos a saber afrontar con sus hijos una situación similar a la vivida por Riley, en muchos y diferentes ámbitos, para comprenderlos mejor o saber ayudarlos.

No voy a poder contar mucho sobre "El bosque de los susurros", ya que merece la pena descubrir la historia poco a poco, sin pistas y sin saber que vamos a encontrar, para poderlo disfrutar completamente. Es una auténtica maravilla de historia, desde mi punto de vista, que a días de haberlo terminado de leer, aún me tiene marcada. La manera del autor de jugar con el lector me ha encantado. Aunque algo sospechaba, mis suposiciones iban por otros derroteros, y parte de la lectura he estado con el corazón en un puño pensando en qué iba a ocurrir. El final es impactante, ya que durante toda la lectura ha estado muy bien oculto.

Riley, es un niño que, cuatro meses después, sigue obsesionado con la desaparición de su madre, pero, ¿quién no lo estaría en su situación? Riley fue el único testigo de aquella tarde en que su madre estaba durmiendo la siesta en el sofá y después desapareció. Riley tiene que acudir más veces de las que quisiera a declarar junto al detective Frank, quién está convencido de que Riley oculta algo.

Llegados a este punto, el lector pensará como Frank, que Riley oculta algo, y es que, es así, Riley oculta muchas cosas. Pero el lector también sufrirá con Riley, ya que está convencido de que su padre le culpa de la desaparición de su madre, ya no le habla y siente que ya no le quiere. La relación con su hermano también se ha visto afectada, y Riley solo tiene a su fiel perro Tucker y a su amigo Gary, para superar el día a día.

Riley se siente culpable de muchas cosas, entre ellas de sus "afecciones", como él dice. Al principio esta situación y punto de vista puede chocar al lector, y reconozco que a mí al principio, aparte de chocarme, no me gustó del todo, ya que me parecía un punto de vista erróneo para los niños que lo leyesen. Pero todo cobra sentido al final y tiene la correspondiente explicación de por qué Riley piensa esas cosas sobre sí mismo. En este punto, nos podremos dar cuenta del daño y el impacto que las palabras pueden tener en la mente de los niños. Palabras desafortunadas, o dichas con maldad, que los niños interpretan a su manera y pueden provocar que el niño se refugie en su caparazón y no se atrevan a hablar de ello. Un daño que en ocasiones puede tardar años en curarse, o incluso no llegar a curarse nunca.

Además, el autor aporta una reflexión sobre el poder de la mente y del corazón. Sobre la necesidad de hablar de cómo nos sentimos, de poder confiar en alguien y de pedir ayuda. Pero también de la importancia de hablar las cosas a tiempo, para evitar que esas otras palabras desafortunadas o dirigidas a hacer daño, consigan su fin. Es importante creer en uno mismo y empezar desde que son pequeños a darles esa confianza. Como se ve en Riley, los niños son muy maleables y hay que saber verlo para evitar que se pierdan.

"El bosque de los susurros" tiene también humor, hay escenas divertidas, gracias a los pensamientos de Riley y las situaciones que a veces provoca o lo que dice, como con el detective Frank y las alusiones a él a lo largo de la historia, o las conversaciones con Tucker. Aportan más dinamismo a la historia, para que el lector pueda aflojar un poco la presión por el resto de los misterios.

Hay muchos puntos que al lector le podrían llamar la atención y todos relacionados con Riley: por qué hace, por qué dice, por qué su padre, por qué sus abuelos, por qué sus compañeros de colegio, por qué la policía aparentemente no hace nada, y muchos por qués más. Sobre todo, cuando entra en juego la magia y la fantasía, la historia adquiere un enfoque diferente. Riley está convencido de que los Susurros que viven en el bosque, esos de los que su madre le contaba historias cuando era pequeño, le pueden ayudar a encontrarla. Los Susurros cobran vida cuando Riley cree de verdad en ellos, y aquí comienza la aventura.

Adicionalmente a la historia de Riley y lo que engloba, el lector encontrará otros puntos para reflexionar, como la historia de Dylan o la relación con su amigo Gary.

Para darle un toque más mágico a la historia, al inicio de cada capítulo se han incluido, en blanco y negro, una estela de Susurros, iguales a los que en portada están en color azul, el color de las hadas, como si fueran pequeñas luces de Navidad.

En resumen, "El bosque de los susurros" es una historia de las que yo considero "lecturas obligadas", tanto para un público juvenil como adulto.

Vane Gómez