El bebé verde

Opinión:

MARAVILLOSO. No conocía a Roberta Marrero. Creo que todo el mundo debería conocerla, y ojo, no digo esto de todo el mundo. Su testimonio gráfico (y textual), desnudando su alma desde su más tierna infancia hasta la actualidad, es impagable. Adultos, muy adultos, jóvenes que aún no han entendido/aprendido nada… para ellos este sí que debería ser un libro de lectura obligada. Los niños pequeños no necesitan leerlo, basta con que los adultos que los educan sepan responder sin ignorancia a sus pequeños, porque ellos nacen sin prejuicios y entienden mejor que nadie lo que hay a su alrededor… hasta que los otros les dicen cómo deben pensar, qué deben pensar. La educación debe estar basada con conocimiento, compresión, amor, respeto y humanidad. Con todo eso jamás habría hecho falta la existencia del feminismo o, como es este caso, la defensa de la transexualidad. Todo debería ser natural, y normalizarlo es cosa nuestra. Por desgracia aún queda mucho neandertal en el planeta y muchas mujeres sometidas, muchos gays y transexuales humillados y apaleados. Por eso es tan importante una historia como "El bebé verde".

Fotos de interior vistos en internet:

Además es un verdadero placer leerlo y visualizarlo, disfrutar de cada dibujo, de cada detalle, de ese diseño tan pop y personal a la vez entre los que hay retratos de cantantes, escenas de la vida cotidiana, sentimientos plasmados... Siendo mujer, blanca y heterosexual según los cánones, me he sentido identificada en algunos aspectos de la historia y reflexiones de Roberta Marrero, y esto es muy interesante.

"El bebé verde" se lee (y disfruta) en nada. Yo lo he leído mientras se actualizaba Windows (una actualización grande, por supuesto). Me ha encantado comprobar que su infancia y adolescencia tiene puntos comunes conmigo porque la he sentido aún más cercana: la música (sale mi dios Bowie), el cine (o actrices), la literatura (o escritores/as), la cultura pop y hasta las revistas de música de las que habla forman parte también de mi vida, y eso me ha fascinado porque me sentía viviendo con ella, compartiendo el mismo planeta prácticamente al mismo tiempo, yo con mis problemas y ella con los suyos.

Os diría con el corazón que este libro es INDISPENSABLE y que el talento de Roberta Marrero para la ilustración es obvio.

Anika Lillo