100 razones por las que lloró Tolstói

Opinión:

"100 razones por las que lloró Tolstói " es un collage de momentos reales y ficticios, perfilado con deliciosas ilustraciones. Su autora, Katia Gushina, nos invita a asomarnos al alma de un gigante de la literatura, y aprovecha su ejemplo para reivindicar esa capacidad tan humana de emocionarnos y emocionar.

Mucho se ha escrito sobre Tolstói, un autor de una grandeza quizás insuperable. Leído por miles de lectores en todo el mundo, disponemos de diversas biografías en español, pero en el caso del libro de Katia Guschina, estoy convencida de que no es una biografía más. Y no lo es por la sencilla razón de que la autora se centra aquí en pequeños retratos y anécdotas íntimas del escritor, otra forma de conocer a la persona y no tanto a ese escritor famoso y mítico.

El punto del libro son las lágrimas de Tolstói, y qué era lo que conmovía o emocionaba: por qué lloraba. Así, conoceremos la historia de Milka, el perro perdiguero de la familia al que no pudieron llevar al marcharse a Moscú, y por el que Tolstói derramó unas lágrimas azules como sus propios ojos. O de las rabietas cuando era un niño y los castigos de la criada, que no reparaba en que él era un señorito y no podía ser tratado de esa forma por una vulgar criada. También ya de mayor, su visita a una casa de meretrices donde, luego de consumada su primera relación, lloró junto a la cama de aquella mujer...

Cada una de las "100 razones por las que lloró Tolstói" viene acompañada de una hermosa ilustración. Él lloraba de impotencia, de frustración al ver la hambruna que asolaba su país y que el gobierno buscaba ocultar, por lo que organizó comedores comunitarios para paliar el hambre, algo inaudito en la Rusia de la época. Y también lloró cuando por fin pudo hacer las paces con su hermano, luego de años de agrias disputas. Su sensibilidad y desapego de las cosas mundanas lo impulsó a escribir incesantemente y llevar diarios hasta el fin de sus días. El dolor por sus hijos que murieron, la enfermedad de su esposa, todo vamos a vivirlo muy de cerca a través de la mirada compasiva de Gushina, que sabe retratar a este hombre como nadie.

Quiero agradecer especialmente a la editorial Impedimenta por animarse con un libro tan bellamente ilustrado y con una prosa de las que te tocan el alma. Por supuesto, Tolstói no ha muerto y vive a través de sus escritos, como todo gran escritor que se precie.

Violeta Lila