El aire que me falta

Opinión:

La historia que Luiz Schwarcz nos relata es la suya propia, donde se convierte en protagonista. Hijo único y de ascendencia judía, siente la necesidad de escribir su vida, profundizando en aspectos tan relevantes como sus orígenes, tanto maternos como paternos. Se crio a la sombra de lo que vivieron sus padres y abuelos tras el exterminio nazi, donde, quién más y quién menos, sufrió sus gravísimas consecuencias, especialmente su abuelo por parte de padre, a quien Schwarcz le dedica el libro. Láios, que así se llamaba, no sobrevivió a Bergen-Belsen, uno de los campos de concentración durante el Holocausto, y quien a su vez salvó a su hijo de morir también, arrojándolo del tren antes de llegar a su triste destino. Debido a esto, el padre de Luiz quedará marcado de por vida, con un gran sentido de culpabilidad, sin saber realmente cómo y cuándo falleció su padre.

Luiz Schwarcz nació en Brasil en 1956 y, además de fundar Companhia das Letras en 1986, ha escrito diversos libros y cuentos, infantiles y juveniles, pero es en éste último donde siente la necesidad de contar su historia y la de su familia, buscando, sobre todo, el motivo que desencadenó su enfermedad, una intermitente pero constante depresión, controlada después de muchos años a base de antidepresivos, estabilizadores del humor y trece años de psicoanálisis.

"El aire que me falta" consta de 14 capítulos y un epílogo, su lectura es profunda, pero con un estilo literario fácil de entender. A pesar de no ser un libro extenso, entre sus 163 páginas trata temas tan controvertidos como el bullying, que él mismo sufrió, la depresión, el aborto o la prostitución.

El autor considera que tuvo una infancia corta debido, sobre todo, a que fue hijo único, sobreprotegido y bastante solitario, observando cómo jugaban otros niños desde el balcón de su casa, por ejemplo. El trauma de su padre pesa demasiado sobre él y, aunque sin éste pretenderlo, se lo transmite a su hijo con su forma de ser y de ver la vida.

Ya durante su adolescencia cambia su personalidad y carácter, volviéndose más extrovertido, lo que no quita que finalmente, y después de varios e inciertos diagnósticos, fuese valorado como bipolar atípico con numerosos episodios depresivos.

Este es un libro para reflexionar sobre la vida, nos da a entender que nadie estamos exentos de padecer esta enfermedad y que los traumas que vienen de la infancia, o de la adolescencia, pueden salir a la luz tarde o temprano. Nos invita a que tengamos siempre presente de dónde venimos pero, sobre todo, nos enseña a no olvidarnos de tomar aire y respirar.

Judith L.