El agua del lago nunca es dulce

Opinión:

Giulia Caminito (Roma, 1988), fue finalista del prestigioso premio Strega con esta novela de iniciación y juventud, en la que las aguas del lago que se alude en el título son las del Bracciano, que bañará la orilla del hermoso pueblo al que la familia se mudará buscando horizontes más abiertos para una vida que les es difícil por muchas razones, entre otras que el padre se encuentre paralítico.

En las páginas de "El agua del lago nunca es dulce" viviremos la pubertad y primera juventud de Gaia, esta chica despabilada e inquieta en torno a la que gira todo el interés de la novela. Se trata de una narración social en el sentido de que importan y mucho las condiciones de entorno y extracción social para determinar la realidad de la familia y las perspectivas futuras de la protagonista. Parte de su aprendizaje es interiorizar la idea de que no debe quejarse nunca, que debe ser la que más estudie y la que se abra camino para que su vida en el futuro sea menos estrecha que la de sus padres.

Giulia Caminito no presenta la historia como una heroicidad por parte de Gaia, pues hay una resistencia interior a cuanto le ocurre. En la chica hay resentimiento, ansias de rebelión, ganas de gritar al mundo que todo lo que le sucede es tremendamente injusto. Por qué estar marcados desde niños, por qué no poder llegar a ser lo que uno quiere ser, y de la manera que lo desea. En ese aspecto la autora intenta canalizar y poner en narrativa el ansia juvenil por hacer que todo cambie y fundar un mundo mejor.

En alguna entrevista, la autora ha confesado que nació junto a ese lago que es entorno de privilegio a lo que en ella se cuenta, y que aunque la historia de Gaia no es autobiográfica sí que hay temas que ella ha podido vivir muy de cerca, como el acoso escolar, la traición, o la muerte de algunas personas jóvenes y muy queridas.

Rafael Ruiz Pleguezuelos