Cielos clausurados

Opinión:

"Cielos clausurados" es la novela ganadora del premio UPC 2020. Después de leerla puedo decir que el premio es más que merecido. Esta obra corta es una puñetera maravilla que te encoge el corazón y te hace ver el futuro de la literatura tan prometedor en manos de nuevos autores.

Las llaves del cielo se han extraviado y con ellas San Pedro. Esto es muy grave, Dios quedó encerrado y nadie puede subir al cielo, por lo tanto, los muertos resucitan ante el  terror del resto del mundo. Para arreglar este caos Dios envía un email al Diablo, que actualmente es un vendedor de artículos promocionales. Le ayudará la Muerte, encarnada en un profesor de yoga. ¿Y qué es lo que deben hacer? ir a la central nuclear de Chernóbil. Allí se encuentra la solución para que todo vuelva a la normalidad.

Estos son dos de nuestros protagonistas principales, luego estarán Merche y Bernardo, dos cincuentones resucitados. Estamos ante una tragicomedia de ciencia ficción con tintes pre-apocalípticos. Es verdad que tiene trozos que no puedes parar de reír cuando se rompen todos los esquemas que podías tener en mente del Diablo y la propia Muerte, con ese Dios que lee cómics y no parece tan omnipotente; San Pedro se fue de parranda y ni se enteró. Pero no os dejéis engañar con las primeras sonrisas en hechos o diálogos. Alberto Rodríguez narró una historia distópica que, a pesar de todo su delirio concentrado y de sus personajes bizarros, se acerca tanto a la realidad que asusta.

Es una flipante historia que aborda las relaciones humanas de amistad o familia a través de arquetipos, para confeccionar una novela de ciencia ficción sin marcados tintes de delirio. Porque construyó una magnífica historia entre la fantasía y ciencia ficción distinta que, sin necesidad de los tópicos habituales del género, se puede hablar de futuros que se nos muestran muy cercanos. Aquí las creencias dan un giro bestial y sin embargo el lector se hace pequeño, ante la majestuosidad de las palabras escritas.

Sí, te ríes con esa muerte de pelo rubio, piel sonrosada vistiendo pantalones holgados o en esa parte de la carretera jugando Muerte y Diablo a un juego que, como bien dicen, sólo se puede jugar en España. Pero te envuelve de tristeza esos muertos resucitados sin que ellos lo pidieran y ahora son carne de cañón, no puedes evitar sentir pena por personas que simplemente piden ser respetados por lo que son.

Una novela absurda y deliciosa, donde el humor inteligente da paso al drama en tan poco tiempo que logra dejar al lector desconcertado, no sabe qué hacer ahora con esa sonrisa. El viaje hasta Rusia es épico en coche, bicicleta... mientras vamos sabiendo de nuestros dos muertos y cómo se las van arreglando.

Me ha encantado reírme, emocionarme con una prosa sencilla, tremendamente viva, sincera y demasiado dura a veces. Alberto ha dejado una obra especial, sin naves espaciales ni seres de otros planetas... la verdad no se les echa de menos. Aquí hay una narración humana y desgarradora. 

Le pongo la puntuación más alta, se lo merece.

Violeta Lila