Cerbantes en la casa de Éboli

Opinión:

Dicen que todo esfuerzo obtiene su recompensa, y también que no hay nada como tener padrino, Cervantes tuvo suerte y combinó ambas cosas.

La historia comienza el mismo día en que Miguel de Cervantes empieza a trabajar para Ruy Gómez de Silva y Ana de Mendoza de la Cerda, los príncipes de Éboli, gracias a su dedicación a los estudios y las recomendaciones de sus profesores Juan López de Hoyos (escritor y humanista) y el padre Mariana (jesuita), y del padre Nadal (jesuita).

Siendo Ruy Gómez ministro principal y privado de Felipe II y Mayordomo mayor de don Carlos, el príncipe heredero, con "Cerbantes en la Casa de Éboli" vamos a conocer de primera mano, a través de Miguel y del propio Ruy, todo lo que acontece en el reinado de España entre 1566 y 1569. Así, por ejemplo, sabremos de la disputa entre dominicos y jesuitas, el conflicto entre Felipe II, el duque de Alba y Flandes (que terminó en la Guerra de los 80 años) y la rivalidad de Felipe II y su hijo Carlos.

Sin embargo, no sólo en la corte y sus problemas se centra la novela, Miguel se mueve entre dos aguas: en la del lujo y la pose, y, también, en la de la gente del pueblo y la humildad, por lo que se refleja, asimismo, con cierto detalle, la vida cotidiana de los menos afortunados, de aquellos que tienen que trabajar de sol a sol para poder subsistir, sin olvidar el rol adjudicado a las mujeres en aquel entonces. Y, por supuesto, se centra en la figura del protagonista, narrando sus sueños, sus amores, y, evidentemente, su día a día.

Álvaro Espina ha sabido novelar algo que, en principio, no parece sencillo. No obstante, aunque ha conseguido un buen resultado, a veces tanta descripción y minuciosidad en contar toda la historia (en 'transliterar' todo el manuscrito, o esa es mi sensación) se hace bastante pesado, te descubres deseando borrar ciertas escenas o ciertas páginas (muchas páginas) para aligerar la lectura porque, además, "Cerbantes en la casa de Éboli" es una lectura para degustarla muy despacio, requiere una lectura muy pausada y no siempre se dispone del tiempo, o las ganas, para ello.

Sandra C. Jarén