Cazando al Chapo

Opinión:

Este ensayo es una trepidante crónica que se lee como una novela de suspense. No le falta de nada, un ritmo frenético, deslealtades y juego sucio entre las agencias gubernamentales norteamericanas, la corrupción de altos funcionarios, las regiones y ciudades donde sólo gobierna la implacable ley del narco, asesinatos, persecuciones, transporte de drogas, ríos de dinero fácil y la tragedia de vidas condenadas desde su cuna.

Una historia que refleja cómo funcionan las cloacas de esta sociedad, la podredumbre que corroe las instituciones, y que señala esos mundos paralelos donde se facilita el tráfico de armas, el blanqueo de dinero o el uso de la tecnología más sofisticada al servicio del crimen. Sin duda esta última parte queda muy bien retratada en esta obra, que describe perfectamente cómo la guerra contra el narco no sólo se libra con cárceles, pistolas y fusiles en la mano, sino que también hay otras batallas con otros escenarios tan sofisticados como la tecnología de las telecomunicaciones. Localizar los narcos, sus casas de seguridad, sus almacenes, sus transportes, sus rutas, representan una carrera vertiginosa entre el crimen y la ley, que permanentemente luchan por aventajar al contrario en los más sofisticados sistemas.

También podemos leer este libro para comprender mejor la visión norteamericana de su vecino del sur desde la óptica policial, sobre todo la borrosa línea política que separa las dos naciones, donde agentes y delincuentes se cruzan con descarada naturalidad y asisten al paseo frecuente de mercancías ilegales, armas y dinero, gracias a triquiñuelas como los famosos túneles que han hecho famoso al Chapo, y que precisamente hacen de la división administrativa entre esos países un enorme queso qruyére, dejando en evidencia el ridículo y xenófobo empeño de un muro que no va a impedir una realidad mucho más tozuda que la vana aspiración de controlar una zona, un determinado espacio geográfico, una división que separa gentes y que representa la distancia entre la miseria y la supervivencia. Porque este libro habla de esa obscena convivencia de la más hortera opulencia con la más absoluta miseria, del dinero fácil del peligroso atajo del crimen y de la dureza de una vida dentro de la ley en una tierra que la castiga. Y en ese mundo binario que se concentra en un extenso pañuelo de kilómetros cuadrados, la moral se muestra esquiva, la vida a menudo es breve, la muerte acecha y convive, sus límites se vuelven borrosos, y la heroicidad se reserva a los que mueren antes de tiempo.

Y cómo olvidar al Chapo, ese siniestro personaje famoso por su crueldad, su enorme poder, su desproporcionada ambición y ausencia de todo sentido de los límites y de la moral, que ha hecho empequeñecer al otro famoso traficante drogas Pablo Escobar. Ese personaje producto prototípico de una región centroamericana impunemente productora para solaz de consumidores de medio mundo. Un tipo cuya apariencia no refleja la verdadera dimensión de ese delincuente, que se ha reído una y otra vez de sus captores gracias a sus famosas fugas por los túneles que perforaban sus prisiones. Un tipo que vivió al margen del sistema, hasta que cayó en un final sin marcha atrás, tras burlarse una y otra vez de las normas que gobernaban la tierra que le vio nacer y también las otras que rigen el reino del hampa.

Esta es la historia de la cacería de un peligroso delincuente, que deja el regusto final de una historia que seguro se repetirá en el futuro con otros protagonistas pero con el mismo decorado. Un libro para reconocer, para aprender, para constatar, que en el mundo hay actores, leyes, instituciones, organizaciones, dinero, trampas y atajos, diseñados para la dimensión más sucia de nuestras sociedades, para ese espacio de inmundicia que contamina todo lo que toca, en todos los países del planeta. Un libro que se lee con enorme interés y cuyo final conocido no disminuye el atractivo de su lectura.

Jorge Riet