Cazador en el alba/ Historia de macacos/ La niña de oro y otros relatos

Opinión:

El granadino Francisco Ayala necesita poca presentación, pues el exilio en el que vivió buena parte de su vida no ha impedido que su obra, inmortal, cale en los lectores españoles. El mayor de los méritos de Ayala probablemente sea que supo recoger en su prosa lo mejor de América (donde vivió durante gran parte de su vida) y de España, su verdadera tierra. De los aires de la península arrastraba un pesimismo vital injertado en realismo, el tipo de realidad salvaje que es sello de nuestra literatura desde el Siglo de Oro. Muchas veces ha sido comparado con nuestros autores áureos, particularmente con Cervantes, y salvando las distancias es justo que así sea. Este prosista de la generación del 27 también supo leer los vientos que recorrían la América escritora del boom, y tomó de su vivencia americana lugares, tipos, modos. El fraseo meloso y como arrastrado, pero limpio a la postre, que propagó Gabriel García Márquez mejor que nadie.

Los relatos de Ayala no son fáciles, en el sentido que los norteamericanos dan a ese easy reading que remite a la posibilidad de hacer una lectura despreocupada y poco atenta. Los relatos aquí contenidos exigen esfuerzo lector, en algún momento excesivo, pero siempre gratificante. Son piezas sólidas, relieves esforzados que contienen mucha literatura.

"Cazador en el alba" (el cuento que da nombre a la primera de las colecciones que el libro que reseño atesora) es casi una novelita, más que un relato. No por extensión sino por cualidades narrativas, impresionantes. También es feliz joya en la colección "La niña de oro", pero quizá mi favorito sea "Historia de macacos" y los relatos que en él se contienen. Si uno recuerda bien, fue el primero de los libros que Ayala pudo publicar en España en su tiempo de exilio, con lo que se convierte ya en un hito en la historia del autor. Se ocupa en gran medida de las consecuencias del colonialismo y la usurpación (término en sí mismo de gran importancia en la obra de Ayala).

En definitiva, esta recopilación de relatos exige la lectura de todo el que quiera gozar de una de las narrativas más inteligentes y solventes de nuestro país en el siglo XX.

Carolyn Richmond, viuda de Francisco Ayala y quien como filóloga tanto tiempo y esfuerzo ha dedicado al autor, firma un apéndice en el que se ocupa de explicar la procedencia textual de cada uno de los contenidos del libro.

Rafael Ruiz Pleguezuelos