Aprender a volar

Opinión:

"Aprender a volar" es una novela de ficción, aunque perfectamente podría estar basada en un hecho real, escrita por Alberto García-Salido.

Alberto García-Salido es pediatra intensivista, doctor en Medicina y profesor universitario. Ha escrito cuatro volúmenes de relatos. Participa además como colaborador en un programa de Onda Cero, "Más allá de uno", y también es muy conocido por Twitter gracias a los mensajes de divulgación científica, sobre todo de medicina. En "Aprender a volar" se nota su profesión sin ninguna duda.

Lo cierto es que no sabía muy bien que me iba a encontrar entre las páginas de "Aprender a volar" y me daba hasta un poco de miedo el enfoque que el autor habría dado a la historia. Y más tras leer la sinopsis y con otros libros en el mercado sobre el mismo tema, o incluso series de televisión, como la tan famosa "Pulseras rojas". Pero la narración de Alberto García-Salido me ha parecido envolvente, amena y sencilla y con un poso de esperanza e ilusión que hace que leer "Aprender a volar" sea un poquito menos duro.

"Aprender a volar" es una historia dura, y eso se sabe nada más leer la primera frase de la sinopsis: Luis, un niño de apenas dieciséis años es diagnosticado de cáncer. Está narrada a varios tiempos, y el autor va saltando de unos a otros. Al principio de cada capítulo se ha indicado el mes, el año y el lugar en el que transcurre el capítulo. Aun así, en algunas partes me ha costado ubicarme y he tenido que volver a otros capítulos para contrastar las fechas. Quizá sea debido a que son todas fechas más o menos próximas debido al veloz avance de la enfermedad.

Alberto García-Salido enseña la dureza del cáncer, esos primeros días para digerir la noticia, los primeros tratamientos y la esperanza de la curación. Pero también la crudeza de cuando las cosas no salen bien, el dolor, el quemar el último cartucho de esperanza. Toda la historia es una continua montaña rusa. Además, el autor ha sabido captar a la perfección los sentimientos que envuelven a Luis, a la familia o incluso a los médicos que tratan a los enfermos durante todo el proceso de la enfermedad y los numerosos altibajos que por ella se tienen.

Si el cáncer ya es malo, en un niño es como "más malo". Pero es increíble el afán de supervivencia que tienen, la madurez que tienen que adquirir de golpe y a pesar de ello no pierden la sonrisa ni la inocencia infantil por un juego o un viaje.

Luis tiene ya dieciséis años y el punto de vista que aporta es muy llamativo. Todo lo que le queda por hacer, todo lo perdido, consiguen que al lector se le puedan poner los pelos de punta. Pero Luis también enseña la importancia de vivir, de aprovechar cada día que la vida brinda, y de cómo el propio título dice "aprender a volar" y valorar todo, por pequeño que sea. Ese viaje que Diego inicia con Luis es un "para y empieza" en el que el lector se verá involucrado de alguna manera.

Es imposible que "Aprender a volar" no contenga numerosos mensajes en los que hay que hacer un stop. Tampoco es que sean excesivamente profundos, pero si dejan una huella que recordar.

A pesar de la dureza de la historia, hay numerosos momentos que me han conseguido sacar una sonrisa, como la escena de la ambulancia, muy propia de una película que me ha parecido un puntazo. O el sentido del humor de Luis, a pesar de todo lo que le está ocurriendo. El autor facilita una de cal y otra de arena para amenizar la lectura.

Por otro lado, y eso me ha dado mucha rabia, he encontrado varios fallos a lo largo de la historia. Pequeños errores en palabras o un pequeño gazapo de un nombre equivocado que me ha dejado una sensación un poco agria en cuanto a la corrección de la novela, aunque no afectan a su lectura.

En resumen, "Aprender a volar" es una historia amena de leer, que puede dejar un halo de esperanza e ilusión por la vida y por cada día que se regala al finalizarlo.

Vane Gómez