Anna y el Hombre Golondrina

Opinión:

Está claro que la Segunda Guerra Mundial cambió en buena medida la concepción del mundo tal y como se conocía hasta entonces y que muchos de los conflictos actuales o de las formas de pensar que aún hoy perviven son fruto del tremendo trauma que supuso el conflicto para la civilización occidental. Tanto es así que esta guerra se ha convertido en fuente de inspiración para todas las formas artísticas imaginables y, del mismo modo que el cine ha retratado esos años desde múltiples de perspectivas, la literatura ha sido soporte en incontables ocasiones de historias relacionadas con el Holocausto y todo cuanto lo rodeó. Además, también desde el principio, con el diario de una víctima real de aquel horror (me refiero, claro, al "Diario" de Anna Frank), los niños o adolescentes se han convertido en protagonistas de estas novelas. Quizás porque su mirada inocente tiende a simplificar la que, sin duda, fue una de las situaciones políticas, militares y humanas más complejas a las que se ha enfrentado la humanidad, lo cierto es que encontramos casos muy famosos como "El niño con el pijama de rayas" de John Boyne o "La ladrona de libros" de Markus Zusak por quedarnos solo con un par de los más recientes y exitosos. En este sentido, "Anna y el Hombre Golondrina" sigue una corriente ya explotada y, como quien dice, no descubre nada nuevo bajo el sol. Conscientes de ello, la misma faja publicitaria que acompaña al volumen anuncia que ésta es una novela ideal para aquellos lectores que disfrutaran con las obras de Boyne y Zusak, aunque, ciertamente, todos sabemos que el marketing tiende a categorizar y buscar equivalentes que sirvan de referencia a clientes indecisos. No desvelo nada si digo que, a menudo, dichas fajas son demasiado entusiastas.

Sin embargo, queda lejos de mi intención reducir el valor de "Anna y el Hombre Golondrina" porque, si bien no es la primera vez que me topo con libros que remitan a los referentes ya mencionados, ésta sí es la primera que una nueva historia sobre la II Guerra Mundial protagonizada por una niña colma mis expectativas e iguala, desde mi punto de vista, a los predecesores con los que se la compara.

"Anna y el Hombre Golondrina" es la historia de una amistad más allá de la guerra, de la edad e incluso del instinto de supervivencia humano. Una niña pequeña se encuentra perdida en un mundo que siempre le ha resultado interesante, pero que sólo ha estudiado desde el punto de vista academicista de su padre, no en la práctica: Anna sabe hablar multitud de idiomas para lo pequeña que es; sin embargo, nadie la ha preparado para la guerra y tampoco sabe que haya un conflicto en ciernes (algo, por otro lado, normal para una niña pequeña, pero en este caso choca la gran sapiencia de Anna en ese sentido "teórico" de las cosas frente a su inocencia en el práctico, por decirlo de algún modo). Anna es una niña precoz que, como ha estudiado mucho y se ha acostumbrado a cuestionarse muchas cosas con su padre, es capaz de entender (si bien a su manera infantil) el peligro al que, sin previo aviso, se ve expuesta cuando su papá no regresa de la universidad. Es entonces cuando conoce al Hombre Golondrina y, leyendo entre líneas las pocas palabras que el desconocido le dirige, decide seguirlo.

A partir de este momento, Anna emprende un viaje hacia ningún lugar determinado acompañando al Hombre Golondrina, el cual le enseñará un idioma nuevo que no conoce: el idioma de la carretera y quien intentará explicarle, de manera que la niña pueda comprenderlo, por qué el mundo que conocía ha desaparecido de pronto.

Ésta es una novela de personajes, sobre todo de estos dos personajes que ya hemos mencionado, de tal manera que, si no conectas con ellos, si no logras empatizar, se hace muy complicado disfrutar de la lectura. La mayoría del tiempo la historia son Anna y el Hombre Golondrina deambulando por Polonia, por ello ambos resultan tan importantes para que el lector quede atrapado en sus páginas. Creo que ambos lo consiguen con creces. A priori, Anna es el personaje más entrañable. Porque es niña y es curiosa y porque es muy despierta y no deja de cuestionarse cuanto vive desde su infantil pero aplastante lógica. Sin embargo, como lector adulto y desde la perspectiva de alguien que ya sabe cómo se van a desarrollar los acontecimientos durante la II Guerra Mundial, es el Hombre Golondrina quien de verdad se convierte en la voz cantante o el personaje más profundo e interesante. Porque desde nuestra privilegiada posición somos capaces de juzgar a este hombre más y mejor que la niña y, lo que para ella son misterios, a nosotros nos enternece el corazón.

La relación entre estos dos personajes me ha parecido muy interesante, suficientemente potente para conducir la trama, y el mundo que el Hombre Golondrina inventa para que Anna sufra lo menos posible me ha recordado a otros adultos que ficcionaron la realidad por el bien de la inocencia (¿cómo no pensar en el personaje de Roberto Benigni en "La vida es bella"?).

La novela nos muestra una guerra en la retaguardia, una guerra nómada algo distinta a lo que estamos acostumbrados, pero igualmente plagada de desconcierto, deshumanización y penurias.

Es una lectura de gran calado (si dejas que te cale, claro está), escrita con sensibilidad y de la que recopilado más de un fragmento que me han tocado especialmente.

Sin embargo, he de ponerle un "pero" y es su final. Personalmente, me ha resultado demasiado abierto aunque en cierta medida no lo es (básicamente me habría gustado más concreción). Entiendo el mensaje y entiendo el efecto que buscaba el autor pero, quizás porque les había tomado cariño a esta pareja de supervivientes, habría preferido conocer con más detalle el final de su aventura.

Por ello y solo por ello este libro no me ha parecido redondo del todo aunque, si intento ser objetiva, acepto que su desenlace es correcto… a pesar de las preguntas sin respuesta que me ha dejado rondando en la cabeza. Quizás ahí reside el verdadero mérito del autor y yo le estoy dando demasiadas vueltas. Desde luego, como he dicho al principio de esta reseña, creo que la novela merece las comparaciones de su faja publicitaria y es una novela que voy a recomendar y regalar a mis allegados.

Ana Vanesa Cremades