Robespierre

Opinión:

Estamos ante una obra larga, contundente y ambiciosa en la que el minucioso trabajo de documentación que realiza su autor, tanto del personaje que nos concierne ‒Robespierre‒ como de la época y sociedad por la que transcurre la historia.

Javier García Sánchez no pretende que su libro sea una simple descripción de la vida y persona de Robespierre sino que busca desde el principio arrojar luz sobre ese político que nadie conoce, ese hombre cuya personalidad real se muestra ajena totalmente a los márgenes preestablecidos por una sociedad que lo ha mitificado.

Por ello, no es de extrañar que en la publicación nos encontremos con un Robespierre distinto al retratado por un amplio sector de la historiografía científica. Así que la lectura de la obra puede resultarnos algo confusa de primeras al aportarnos información que chocará frontalmente con nuestra idea ya hecha de quién ha sido este personaje y qué papel ha tenido en la historia francesa y mundial. Esto no quiere decir que sea malo; todo lo contrario, resultará de lo más enriquecedor al lector ya que descubrirá multitud de aspectos nuevos sobre algo que ya creía saber, o conocer, de una manera más o menos amplia.

Por tanto, a medida que vamos consumiendo sus páginas nos vamos encontrando con una persona que aborrece el ingente derroche de vidas humanas que conlleva tanto su posición como el transcurso de los acontecimientos que tiene que vivir, cansado de tanta ambición e intrigas políticas que sólo buscan derrocarle, reflexivo, retraído…

Uno de los aspectos más interesantes de la obra, y que anteriormente he comentado, es que García Sánchez busca dar vida a una persona sepultada por su propio personaje, implicándose de manera personal en el trato hacia él. Algo que nos dejará más que claro en un extenso post scriptum en el que comenta sus inclinaciones hacia el político, del que dice que en ningún momento pretende tratar de manera neutral, mostrándole toda su admiración y simpatía.

Sin lugar a dudas este libro no sería lo que es, a parte de por el excelente trabajo documental de su autor, si no poseyese ese veloz ritmo narrativo que hace más llevadero las casi 1.200 páginas de la publicación. De la mano de un personaje ficticio como es Sebastien-François Précy de Landrieux iremos descubriendo la realidad del último año de vida de este líder de la Revolución Francesa. Dicha vida será analizada de una manera magistral desde distintos puntos de vista, haciendo que muchos de los hechos contados ‒y que de por sí ya son interesantes‒ obtengan una mayor riqueza en detalles.

Por eso creo que ésta es una obra muy bien trabajada, que no deja ningún cabo suelto tanto histórica como literariamente y que narra lo que quiere narrar desde un primer momento: que Robespierre no es el personaje que nos han vendido a lo largo de la historia.

Así que estoy seguro de que a pesar de las dudas iniciales que puedan surgir al observar la extensión de este libro, la persona que se decida a leerlo quedará más que satisfecho de haberlo hecho, descubriendo una ingente cantidad de información novedosa que enriquecerá su conocimiento sobremanera.

Pablo Díaz González