La maldición de Excalibur. Trilogía La rebelión de Camelot 3

Opinión:

"La maldición de Excalibur" es la tercera parte de la trilogía de Kiersten White, que se ha denominado en España como "La rebelión de Camelot" y que en el original sería "Camelot Rising", centrada en la figura de Ginebra, quien guarda muchos secretos, aun cuando intenta cumplir con el papel que le corresponde.

Al igual que con la entrega anterior, esta también puede leerse de manera separada, pues tiene la entidad suficiente por sí misma. Claro que las referencias a lo ocurrido antes, podrán provocar la curiosidad, ya que son sólo comentarios que resumen todo en unas pocas palabras, por lo que si se quiere conocer la historia completa, lo mejor será ir al principio de esta trilogía.

No obstante, por si es el caso de que esta entrega sea el primer encuentro con la historia, cabe recordar que Ginebra y Arturo son muy jóvenes, y aunque han tenido unas cuantas aventuras desde su primera aparición, apenas rondan los dieciocho y veinte años de edad respectivamente.

Si bien Arturo es el que es, en cambio Ginebra no es lo que parece, puesto que ni ella misma sabe bien quién es; incluso, mientras avanza la historia cabría preguntarse, tal como ella se hace a sí misma, no ya quién, sino qué es en realidad, porque las sorpresas van llegando y descolocan a todo aquel que esté cerca.

Junto a ellos o cerca, siempre están por ahí los caballeros que forman su protección personal, cuyos nombres resultarán familiares, aunque sus comportamientos no lo sean tanto. Quien destaca sobre todos es Lancelot, que se erige en protectora, sí, es mujer, de Ginebra, al menos cuando ella se lo permite.

Un detalle que resulta extraño en la historia es que los aspirantes a caballeros tienen que derrotar a tres de estos para que puedan recibir el nombramiento. Vale, pero me parece que nadie se ha percatado que si unos recién llegados derrotan a los que llevan tiempo bregando en lides y batallas, están dejando a estos últimos en muy mal lugar, incluidos sus enemigos, derrotados a su vez por unos caballeros de escasa capacidad combativa.

Sea como sea, la historia se desarrolla entre intrigas y aventuras, con pocos momentos de descanso, pues entonces serán los pensamientos los que mostrarán las inquietudes y ansiedades de Ginebra, que intentará mediar en los conflictos que van surgiendo mientras sigue su propósito personal, que no es otro que descubrir su propia naturaleza, sea cual sea y sin que le importe lo que encuentre entonces.

Así se llega al final de la trilogía, con una entrega que, superando con creces a las dos anteriores, concluye en un desenlace que, por más que se ve venir, satisfará las expectativas de quienes hayan seguido la historia de esta Ginebra, tan peculiar como interesante, que por fin conocerá su esencia.

Selin