Los inocentes

Opinión:

En toda novela policiaca siempre se da una realidad creada por el criminal, la del cadáver que ha asesinado, y es una realidad auténtica: los cuerpos están ahí. Al mismo tiempo, el criminal se encarga de crear una falsa realidad que le permita salir indemne de su crimen. El detective tiene que ir desenmascarando cuál es esta falsa realidad hasta llegar a la auténtica, y con ella, al descubrimiento del asesino. Así me puse, en plan Poirot, desde el momento en que empecé a leer "Los inocentes", la sexta entrega de la serie "Puerto Escondido", con un nuevo caso que la teniente Valentina Redondo, oficial de la guardia civil de la unidad de investigación judicial de Cantabria, al que tendrá que enfrentarse. 

En este caso, un asesinato múltiple, un crimen siniestro que no discrimina a nadie en un lugar, en contraposición, que debía ser un lujoso paraíso de tranquilidad. "Matar a muchos para encubrir un único objetivo y que ninguna mirada se detenga sobre el verdadero asesino". Todos los capítulos están encabezados con citas de alguno de los clásicos del género que no son aleatorias, sino que su función es la de añadir pistas al lector de las que poder tirar para avanzar en deducciones junto con las de la teniente, como si de un juego de astucia se tratara. "El crimen es algo desagradable que ocurre de vez en cuando"; "La mayor parte de las acciones de los hombres vienen enmascaradas bajo la apariencia de la necesidad". "Normalmente los asesinatos siguen patrones claros y casi siempre obedecen a patrones personales"; "La gente mata con mayor frecuencia a los que quiere que a los que odia. Son los que pueden desbaratar nuestra vida". Estas son algunas de las citas que nos iremos encontrando. ¿Qué clase de necesidad personal o móvil oscuro y siniestro puede llevar a una persona matar a otro? 

En este caso, un ataque orquestado al milímetro y ejecutado a la perfección será el lienzo que pondrá en jaque a la teniente especialmente a nivel personal; un crimen que desafiará y cambiará su perspectiva de las cosas y de la vida para siempre. El crimen le llevará a recuerdos de otros tiempos; tendrá que enfrentarse a su pasado más temido y oscuro; volverá a abrir heridas que pensaba, ilusamente, estarían cicatrizadas, pero no podrían estarlo jamás, pues cada día su cuerpo se lo recordaba y luchaba con un esfuerzo sobrehumano para no hundirse en el abismo. Fue inevitable que sus instintos de venganza se encendieran. Dicen que "el amor puede ser eterno, pero la llama más incombustible es la de la venganza". Quizá tome una actitud obsesiva y enfermiza, pero ya no podía permitirse seguir pensando que alguien terminaría solucionando las cosas. Debería ser ella. La venganza nos da una razón para seguir adelante, un objetivo que nos mantiene vivos. La venganza, ¿podría llegar a ser lícita en alguna circunstancia?

Hacia la mitad del libro, se nos descubrirá al ejecutor y conoceremos de su boca el modus operandi del macabro siniestro, incluso en ese momento, el lector tendrá más detalles que la teniente y sus investigadores. Conoceremos su historia, y con ella el lector se acercará a él, una técnica cruel, pues nos resultará difícil verle como un asesino. Inspirará cierta compasión, un tipo triste, a la deriva. ¿Qué le habría llevado a convertirse en un asesino despiadado? ¿cuáles serían sus códigos morales?, "quizá cuando se ha estado en el infierno, regresar al mundo normal ya no es posible hacerlo de una forma normal; quizá ya no había solución". A partir de entonces empezamos a leer de forma paralela la trama y el modus operandi del asesino y la investigación.

Una trama de gases nucleares de destrucción masiva, lucha de poderes, empresas fantasmas; un crimen por el poder, la crudeza de la naturaleza humana. Volveremos a estar con los personajes de sus anteriores entregas y sus relaciones personales: el capitán Caruso, el subteniente Santiago Sabadelle, el agente Zubizarreta, la agente Marta Torres, el equipo de la doctora forense Clara Mújica con la que seguiremos conociendo los intríngulis de la anotomía humana, y así hasta todo el plantel de investigadores de la UCO, la UME, EDOA, SECRIM, LABIR y un sinfín de organismos a los que conocemos por sus siglas. 

Una narrativa con un ritmo muy ágil que se entretiene en los detalles lo justo y necesario; con un clímax trepidante que da paso a un final sereno en acción física pero no mental; con un nuevo caso resuelto, y a su vez una nueva carga para la teniente Valentina Redondo que cargar a sus espaldas por el resto de su carrera, o por su vida. Sufrirá un nuevo golpe, y cuando se acumulan varias adversidades no resulta fácil aplicar el principio de que "el tiempo todo lo cura", el tiempo solo discurre, sin más. 

**No creamos que estamos muy alejados de la historia de crímenes ficticios que leemos en las novelas. Las conquistas de los territorios se hicieron y se siguen haciendo con invasión y asesinatos de gente inocente. Y ¿todo por qué? Por el poder, somos así.

Belén Flores