Música en 1853. La biografía de un año

Opinión:

Son numerosos los ensayos y los volúmenes monográficos que tratan de descifrar los sucesos, las claves y los avances de un siglo o de un movimiento artístico. Sin embargo, todos se encuentran con el mismo problema: ni siquiera en mil páginas se pueden concentrar la totalidad de las vidas que transcurrieron a lo largo de cien años. Es físicamente imposible. Por ello, poco a poco van surgiendo cada vez más ensayos humanísticos que toman las herramientas de la microhistoria para hacer zoom sobre una fecha muy señalada y profundizar en el estudio de un período mucho más reducido. En el caso de Hugh Macdonald, ha optado en "Música en 1853" por uno de los años centrales del siglo XIX.

El recorrido histórico que Macdonald traza en este ensayo se inicia el día 19 de abril de 1853, cuando Johannes Brahms se marcha de casa de sus padres y se presenta en el hotel en el que se hospeda Ede Reményi, otro importante músico de la época. Juntos emprenden un viaje (o una gira, según se vea) que los llevará a presentar sus nuevas partituras ante grandes personalidades como Joseph Joachim, violinista principal de la corte. Joachim, a su vez, se traslada a Leipzig, Dusseldorg y Weimar, donde se encontraría con Robert Schumann, Ferdinand Hiller y el gran Wagner. Paralelamente, en la costa francesa el compositor Hector Berlioz zarpaba en dirección a Londres, donde se encontraría con un complot contra su música. Allí también coincidiría con el alemán Louis Spohr.

Poco después, en junio, Joachim y Liszt se encuentran en la boda de la hermana del rey Carlos Alejandro. Pero pocos días antes Wagner había tenido que huir a Dresde -con una parada en Weimar para visitar a Liszt- y acabaría exiliándose en Suiza debido a su participación en el fallido alzamiento revolucionario de Dresde. Estos viajes y encuentros entre distintos músicos y compositores serían habituales y constantes a lo largo de todo el año 1853, terminando en diciembre con el encuentro de Brahms, Berlioz y Liszt en Leipzig, donde poco antes se había inaugurado el nuevo conservatorio. Por esas fechas, y sin ser consciente de ello, Schumann compondría la última partitura de su vida, las cinco "Romanzas para violoncelo y piano" (hoy perdida).

"Música en 1853" es un ensayo de microhistoria, de modo que los lectores no deberán esperar de él una herramienta para conocer a los músicos de la época. Se trata, más bien, de una importante investigación minuciosa que, gracias al estudio de diarios, documentos, cartas y biografías de los distintos personajes históricos, ha logrado recrear con la máxima veracidad posible el transcurso de todo un año musical. De hecho, el libro cuenta también con una buena selección bibliográfica dividida por autores y también por capítulos, ideal para quienes quieran profundizar en estos doce meses tan apasionantes que Hugh Macdonald relata.

Darío Luque