vive como puedas

Opinión:

Joaquín Berges  ha escrito una novela deliciosa que ahonda en las contradicciones de la vida actual extremando hasta la parodia los fracasos del protagonista, Luis, un ingeniero cuarentón que cuenta los hitos fundamentales de su existencia como un catálogo de errores torpes y reiterados.
 
La novela enumera un listado de desdichas que sumerge al personaje en una vida disparatada, intolerable para cualquiera y que Luis sobrelleva con una resignación forzada y la ironía como única defensa posible. Convive con una mujer microbiótica y vegetariana de la que aprecia sus buenas intenciones pero a la que secretamente repudia, en la misma medida que sigue extrañando a su primera esposa. Ésta, tras serle infiel con su primo, se ha casado con él. Su primo le ha desplazado en la empresa y se ha convertido en un jefe incompetente e insufrible que le encarga las tareas más ingratas. Su hijo mayor coquetea con las drogas de diseño, y su hijo pequeño de cinco años vive un mundo interior al que Luis es incapaz de asomarse sin la sensación de tener delante un ser  ajeno y extraño. En su huída desesperada de la realidad Luis conoce a una joven  y ambos viven una pasión breve pero en absoluto estéril: ella se queda embarazada. Cuando recurre a su único amigo como consuelo este le confiesa su homosexualidad y el amor que desde hace tiempo siente por él.

Llevado a un punto sin retorno Luis inicia un diario. Quiere conocerse a sí mismo, plasmar sus impresiones, aprender de sus errores y el diario, en cierta medida, se rebela contra él, mostrando que la realidad y su visión de ella es aún más ofensiva de lo que parece. Incluso se lo recuerda cada mañana el reflejo de Luis en el espejo, la visión desosegada y deprimente de alguien en quien ya no se reconoce.
 
Frente a ese cúmulo de desgracias Luis sólo posee la ironía y el sentido del humor para no terminar de enloquecer. Y a la postre, esa actitud le salva y en cierto sentido ordena y da sentido a su mundo.
 
Es la misma ironía y parecido sentido del humor que Joaquín Berges emplea para relatar la accidentada existencia de su protagonista. En clave dramática, la novela habría superado los niveles lacrimógenos del folletín, pero Berges destila una redacción cuidada, excelente, un sarcasmo que convierte pasajes terribles en escenas delirantes de una hilaridad sublime, y transforma la peripecia de Luis en un juego de complicidad con el lector. El texto es divertido, inteligente y brillante. El lector se apiada de Luis, pero también se identifica con él y le adopta como modelo del perfecto hombre fracasado del siglo XXI. El lector tampoco renuncia, como no lo hace Luis, a vivir la intensa emotividad y reflexión que también contienen sus páginas. Un placer. 

Javier Juárez