vengo a salvar a españa

Opinión:

El autor confiesa que el trabajo, que le ha ocupado años, nació a partir de su tesina fin de carrera sobre Julio César y la dictadura, incidiendo posteriormente en su tesis doctoral, iniciada en 1973, sobre la figura del dictador, ante la reticencia de ciertos medios académicos de la época.

Gira, pues, el trabajo  en torno a la personalidad y a la psicología del caudillo (españolismo procedente de una fijación de que “todo lo extranjero es mejor” que da como consecuencia ese apelativo, frente a “Führer”, “Duce”, “Conducator”…)

En líneas generales todos conocemos la biografía de Franco. Andrés Rueda la salpica y la sazona con numerosas citas de médicos, psicólogos, psiquiatras y pensadores de otras épocas, con frases y observaciones que vienen como guante a medida a la biografía propuesta.

En cuanto al personaje que nos presenta, si cierto es que algunas de las opiniones son de conocimiento general y plenamente aceptadas (complejo de Edipo, inseguridad en las decisiones, veleidad en el juego con los poderes instituidos, difuminación de su posición ante los hechos históricos, ambición, maquinaciones…), otras son francamente discutibles al no basarse en hechos probados y documentados, sino en deducciones y razonamientos realmente “desconcertantes”.

Por eso, casi me quedaría con la frase de Ricardo de la Cierva, y que el autor recoge en el libro, para calificar esta obra, en mi opinión: “La historia se escribe con documentos, pero, por lo menos en la España del siglo XX, se hace muchas veces con rumores”.

Y con rumores, o con razonamientos muy discutibles, se recogen episodios como el de la dudosa paternidad del matrimonio Franco-Polo o el de la supuesta muerte de Mola a causa de una bomba colocada por los alemanes en su avión (versión que hasta ahora no había leído, pero que no deja de ser “romántica”).

Pero lo que más me ha llamado la atención es el anunciado, a bombo y platillo, descubrimiento de la clave que anunciaba, en el ABC de Sevilla del 18 de julio, el inicio de la sublevación. Para mí que aquí, en busca de algo innovador y sensacionalista, se secciona el huevo para buscar la clara en su interior, rodeada de yema y no, como sería lógico, al revés. Un “críptico mensaje” (que no creo sea tal) inscrito en el fuselaje de un avión británico, y un pie de foto, da las claves según unos expertos criptógrafos, de la sublevación (Justo ese 18 de julio, como si los sublevados no tuvieran otros medios de contacto que precisamente un diario nacional en su versión regional). El autor da como falsa la matrícula que ostenta el fuselaje del avión, sin más investigación y sin pararse a comprobar que esta matrícula (G-ADHL) se corresponde realmente con el avión (en tamaño, proporciones y situación) en su vuelo inaugural el 4 de julio en Rochester (concretamente un Short S-23C hidro clase Empire de la compañía Imperial Airwais), en una foto difundida por una agencia de Prensa (y lógicamente llegada días después a la prensa extranjera). Incluso interpreta un punto entre “D” y “H”, que no es más que una pequeña ventanita del aparato, dándole el valor de multiplicar o dividir para llegar al resultado que interesa.

No sé, pero me recuerda al “misterio de las Pirámides” (si multiplicamos esto por aquello y le restamos la distancia que hay hasta el camello nº 3 nos da el número “pi”, lo que demuestra que ya los egipcios conocían la curvatura de la tierra pues “pi”… Y todo esto sin poner como ejemplos alguna de las interpretaciones esotéricas del nazismo, del Grial, Ostara o del castillo de Wewelsburg, que tan de moda están en estos años).

Tengo suficiente documentación al respecto como para rebatir esa “exclusiva”, pero sólo deseo reseñarla aquí. Quien quiera más, que pregunte.

¿La consecuencia? Pues es bien sencilla: Vista la “investigación” de ese episodio, ¿cómo se deben interpretar muchas de las aseveraciones o de las incógnitas que “desvela” el autor?

En resumen:
Una obra que por su presentación y forma es amena y agradable de leer, repleta de datos… se desvirtua, según yo creo, por muchas interpretaciones y deducciones desafortunadas sin base documental que pueda ampararlas, al menos un poquito.