una mujer contra los señores de la guerra

Opinión:

Debemos agradecer a los múltiples seguidores de Malalai Joya que instaran a la joven para que escribiera un libro sobre su vida, pues entiendo que es un medio eficaz para hablar de la situación del pueblo afgano, y acercarnos un poco a la realidad que ocultan en general todos los medios nacionales e internacionales, más interesados en desviarnos la atención a la lucha contra el terrorismo internacional.

Lo primero que me sorprende al leer el libro, es el total desconocimiento por mi parte de la mayoría de lo relatado, y teniendo en cuenta que soy un habitual seguidor y lector de medios nacionales de cierta importancia y no sectorizo, es decir que leo todas las tendencias, debo entender que hay un interés general por ocultar lo aquí narrado.

Es cierto que por algún sector de la sociedad, los Estados Unidos son continuamente criticados, y si bien hay grandes motivos y el libro da fe de ello, creo que la crítica realizada habitualmente está falta de contenido real, y se sustenta sobre los clásicos intereses americanos por el petróleo y otro tipo de historias, que si bien son reales (en muchas ocasiones), ocultan la verdad y posicionan en contra a determinadas personas que por ello defienden a los americanos. Además esas críticas a los americanos son realmente incompletas, por cuanto deben extenderse al resto de países que apoyan al gigante.

No es este un libro de ataque a Estados Unidos, aunque lógicamente existe mucha crítica, sino que engloba  a Inglaterra, España y demás países que con su apoyo directo o indirecto permiten la violación de derechos humanos en Afganistán. Lo que cuenta la diputada es realmente duro de asimilar, y es la presencia de criminales de guerra en el Parlamento Afgano y todo con el apoyo incondicional de los Estados Unidos y sus aliados, entre los que desgraciadamente se encuentra España, que por ello es cómplice.

Es realmente triste y desalentador leer que la situación del pueblo Afgano no es mejor actualmente que con la presencia talibán, que se están recortando los derechos de las mujeres, y lo peor que no parece que haya una salida próxima a la situación.

A través del libro la autora que no deja de sentirse incomoda por contar cosas de su vida, hace mención continua a otras luchadoras por los derechos de su país, y entre ellas muchas mártires, pues lo que trata de contarnos no es su vida, sino la realidad, triste realidad de su pueblo.

Tres aspectos definen la personalidad de la autora y están presentes en el libro.

El primero que se trata de una mujer con unos principios muy sólidos y que quedan perfectamente reflejados, y que son la lucha contra los señores de la guerra y por obtener la libertad de su país algún día.

El segundo la valentía en esa lucha pues a pesar de las incomodidades que supone esa lucha, y sobre todo del grave riesgo que contrae en su empeño, no deja de denunciarlo. Dice que no tiene miedo a morir, si con ello contribuye a la causa de la justicia.

El tercero es un mensaje claro y directo. No se anda con rodeos, y por ello relata una realidad ciertamente cruda como por ejemplo cuando dice que en Afganistán matar a una mujer es como matar a un pájaro.

De todo lo mencionado lo que me parece mas interesante es cuando Malalai Joya dice que quiere trasladar al mundo una idea fundamental y es que los afganos no son asesinos, ni gente que busca conflictos y guerras, sino que son gente inteligente que tiene sus principios y valores, y ella es una buena muestra de ello. Trasladar también que una vida de un afgano vale lo mismo que la de un europeo o un americano, aunque para estos países no parezca que sea así.

Este libro es ciertamente revelador primero porque nos traslada una realidad existente y ocultada por la mayoría de medios de información y segundo porque nos muestra una joven luchadora, inteligente y con principios curiosamente una mujer con grandes cualidades  en un país donde se les niega casi todo derecho, y cada día mas.

Y también por una parte es ciertamente triste por la realidad y lo complejo de solucionar el problema pero por otra parte esperanzador porque a pesar de todo, lo que queda demostrado es que siempre habrá una Malalai hasta que por fin los derechos de los afganos y principalmente de las afganas vuelvan a ser lo que un día fueron, porque sorprendentemente hubo un tiempo en que estas tenían más derechos que las europeas.

El repaso a los últimos treinta años de Afganistán es ciertamente revelador y debería ser conocido por todo el mundo. En resumen un libro ciertamente APASIONANTE porque además la autora nos muestra lo que podemos hacer por su país, en un breve recetario ciertamente digno de alabanza y estudio. 
  
Raúl Borondo García