un mes de domingos

Opinión:

Un mes de domingos  es la primera parte de la trilogía de John Updike conocida como La letra escarlata que se completa con  La versión de Roger y S.

En Un mes de domingos encontramos los temas recurrentes en la obra de John Updike: la religión, el sexo, el adulterio, el golf, el hecho mismo de escribir. El autor se sirve de todos ellos para relatarnos la historia del reverendo Tom Marshfield, obligado a pasar un mes recluido en una especie de hotel aislado en medio del desierto. Durante su estancia Tom debe dedicar sus mañanas a escribir, y las tardes a jugar al golf o al poker, siempre alejado de la religión, con otros clérigos castigados como él. Y es precisamente el diario que Tom decide escribir, la forma que adopta la obra de John Updike; es su voz la que nos habla a través de las páginas de Un mes de domingos, la que nos explica como le ha sido infiel a su mujer y por eso le han apartado de su parroquia y le han trasladado a este lugar aislado como penitencia por sus pecados. De hecho el libro se divide en 31 capítulos, uno por cada uno de los días que pasa recluido, en ellos nos muestra todo lo que pasa por la cabeza de Tom que, a pesar de tenerlo prohibido, cada domingo escribe un sermón que nadie escuchará.

John Updike   analiza la fuerte separación entre cuerpo y alma dominante en el mundo occidental, ya desde Platón. El reverendo Tom encarna esta división; es un personaje que resulta bastante repulsivo, se aprovecha de las debilidades de sus feligresas para acostarse con ellas; es un lobo, un depredador disfrazado de pastor para cuidar un dócil rebaño de fieles.

Las especulaciones teológicas de Tom Marshfield le sirven al autor para cuestionar la fe de aquéllos encargados de velar por ella y se entretiene demostrando cómo, a través de la teología, de la religión, se puede justificar cualquier conducta, cualquier cosa.

La obra es una mirada ácida y muy crítica al mundo de los clérigos. Tom Marshfield encarna todo lo negativo de ese mundo: su hipocresía, su doble moral, su cinismo, su desencanto, su falta de fe.

La prosa es rica y trabajada, barroca, abundante en metáforas. John Updike se recrea en ella y esto convierte Un mes de domingos en una obra difícil, oscura, laberíntica. Parece que el autor está más preocupado en mostrar su virtuosismo, su dominio del lenguaje y de la escritura, que de la historia en sí. A pesar de ello, no falta su mirada ácida, incisiva, y crítica sobre la sociedad norteamericana de su tiempo.

Aquí encontramos un John Updike muy diferente del que encontramos en la serie de Harry Conejo Angstrom. En esta ocasión nos deja un regusto amargo y pesimista.

Jaci Alía Arreche