un granizado de café con nata

Opinión:

Nos encontramos ante la primera novela traducida a nuestro idioma de la escritora napolitana Alessandra Lavagnino. Sin duda, una historia diferente narrada en primera persona por su protagonista, en la que su autora utiliza una prosa sencilla aunque también exquisita en los momentos descriptivos, capaz de adentrarnos con increíble realismo tanto en las reflexiones y sinsabores de Agata, como en los paisajes y ambientes sicilianos.
 
Un granizado de café con nata es una novela opresiva en muchos aspectos. Agata es una mujer culta, experta entomóloga, de clase acomodada, casada y con un hijo pequeño, que, sin embargo, desde las primeras páginas nos muestra que vive subyugada en su propio hogar, ya sea por la asistenta, presente en sus pensamientos incluso cuando no está cerca, por su frío y distante marido o por los miembros de su familia —madre, padre y hermano—, inflexibles y tradicionales en sus maneras y modos de pensar. Página tras página, el lector va conociendo una forma de vida extraña y asiste, no sin cierta sorpresa, a la nula capacidad de la protagonista para tomar las riendas de su existencia, abrumada por una educación severa, una sociedad cerrada y la culpa. Los únicos momentos de la novela en los que Agata parece feliz y segura es cuando trata con sus queridas moscas, como si ella misma quisiera ser un insecto para echar a volar y salir de un núcleo familiar o de una isla donde el secretismo, la corrupción y el machismo son el credo establecido.
 
Agata es un personaje brillante que recuerda a las grandes protagonistas del Realismo del XIX. Quizá Un granizado de café con nata podría considerarse una novela del realismo psicológico, donde el fluido monólogo interior y las observaciones de Agata prevalecen. Asimismo, llama la atención las detalladas explicaciones de la labor de la protagonista con los insectos, un tema que Alessandra Lavagnino conoce de primera mano, pues ha ejercido como profesora de Parasitología en la Universidad de Palermo.
 
Una historia singular, con rasgos antropológicos y tintes líricos, que se lee con soltura, y que además cuenta con un epílogo del reconocido escritor siciliano Leonardo Sciascia, quien recomendó personalmente la obra hasta verla publicada. 
  
Ana Fernández M