un general confederado del big sur

Opinión:

Enfrentarse a un escritor desconocido para uno siempre es un reto. Richard Brautigan merece ese reto. Esta novela, menos conocida que “La pesca de la trucha en América”, sorprende desde sus primeras palabras, un prólogo que consiste en una lista de las causas por las que ciento veintiséis generales confederados no acabaron la guerra con ese grado. Después nos da una inmersión en la batalla de la Espesura de la Guerra Civil americana, haciéndonos dudar, como lectores, de la posibilidad de enfrentarnos a una novela histórica, aunque no lo parezca. Pero sólo es un juego del autor. A partir de ese momento arrancará la disparatada historia de Jesse y Lee Mellon.

Jesse vive al borde del precipicio, sin dinero, sin trabajo, malviviendo en una casa en San Francisco que amenaza con hundirse, con extravagantes compañeros de alojamiento. Un día Lee Mellon toma posesión de la habitación que está debajo de la Jesse y durante un tiempo sobreviven juntos como modernos “buscones” de Quevedo. Cuando Lee Mellon marcha a Big Sur intenta que Jesse le acompañe, quien después de un desengaño amoroso, irá a reunirse con Lee.

Su vida en Big Sur será aún más absurda y cómica que en San Francisco. El relato está lleno de imágenes que nos llevan al borde de la risa. Al lado de la casa donde viven, y en la que nunca pueden ponerse de pie ya que sólo tiene metro y medio de altura (producto del intento de Lee Mellon de hacerla más segura bajo los efectos del alcohol), hay un estanque poblado de ranas a las que sólo consiguen acallar con caimanes.

Jesse, Lee y el resto de personajes que les acompañan recuerdan a pícaros modernos, trasladados del siglo XVI español a la soleada California, reina del movimiento hippie.

Brautigan bebe en las fuentes de Mark Twain, en su Tom Sawyer y su Huckleberry Finn, con un sentido del humor tan fino como el del maestro y que, probablemente, nos cale de manera más profunda por proximidad histórica. El ridículo y el absurdo se dan la mano en “Un general confederado del Big Sur” pero sin dejar de mostrarnos el trasfondo social, la miseria y los desheredados que pueblan la sociedad del bienestar.

Y si al terminar la novela al lector no le gusta el final, que no desespere, hay finales para todos los gustos, hasta 186.000 por segundo…

La editorial, Blackie Books ha logrado un trabajo magnífico con esta Biblioteca Brautigan, enseñándonos que aún quedan autores desconocidos para gran parte del público y que están esperándonos llenos de literatura vital, esas palabras escritas no sólo para leer, sino también, para vivir.

Julia Martínez