Toni Romano IV. Adiós, princesa

Opinión:

Es uno de esos casos en que una novela nos trae a la memoria los bajos fondos, las barriadas de toda la vida, las historias y trapicheos que suceden bajo la aparente normalidad de cualquier ciudad española, de ahí que los personajes que se suceden nos recuerden a otros que, bien hemos conocido de cerca, bien hemos oído hablar de ellos en medios de comunicación o por terceros.

Los temas universales se rozan y pierden los límites conocidos para mezclarse entre sí en un vodevil crudo, en donde las circunstancias son una mera casualidad, comprobando que los episodios actuales que narra la historia no son causa directa de las graves consecuencias inmediatas, sino que debemos hurgar en el pasado, en lo que se ha ocultado durante más tiempo, precisamente, para entender por qué en ocasiones una chispa es el desencadenante de todo un engranaje oculto que puede derivar en una tragedia, como ocurre en este caso.

La fatalidad, como uno de los temas a los que antes he aludido, se palpa capítulo tras capítulo y, aunque el sabor que transmite es de cierta  aspereza, el  final resulta entrañable, en donde los buenos salen menos perjudicados que los malos, aunque no resarcidos de la vida que les ha tocado en suerte.

No faltan las situaciones absurdas, entre tanto personaje tipificado podemos elegir varios que nos harán sonreir, temer un desenlace o agradecer que alguien se salve, para todos los gustos. Utiliza un estilo directo, que es lo que pide este tipo de novela, con personajes bien definidos y el ambiente resulta enrarecido incluso ante situaciones que aparentan normalidad.

La trama suculenta, es una novela que no desenmascara la solución hasta el desenlace, lo que sin duda sorprende al lector, además de todos los giros que vamos asimilando a medida que el autor nos muestra la cara oculta que mantienen los protagonistas desde el minuto uno. Lectura ágil, sorprendente final, buen hilado de escenas. Una novela negra de la casa para recomendar a los amantes del género.

Makechu Antón