Sí, quiero

Opinión:

Rubert nos lleva por el sendero de la nostalgia. Su nostalgia.

Son sus recuerdos y sus vivencias los que se plasman en este libro ilustrado, que merece la pena leer y observar con detención y deleite. Porque está sembrado de símbolos y de metáforas, de sus iconos del pasado y, sobre todo, de amor.

De eso trata este libro, éste "Sí, quiero" que toda pareja desea repetir delante de un juez o algún miembro de las diversas iglesias que pululan en nuestro planeta. Es esa búsqueda del amor, que parece brillar entre medio de los personajes que nos miran directamente, como queriéndonos contar alguna otra historia dentro de la propia historia.

Así, cada capítulo es una referencia de la vida amorosa del autor, que de hecho, lo revela al final del todo. Aunque igual no habría sido necesaria tanta explicación - no es de buen ciudadano meterse donde no te llaman-, pero sí, se agradece esta "parada técnica" para repostar e intercambiar ideas... y dedicarle una segunda o tercera mirada a cada ilustración.

Es que tienen mucho que contar: los gestos, la mirada, la ropa, los detalles de cada escenario, incluso los colores tienen un sello tan personal que no dudas en ningún momento que es su obra, esa que nos deleitó en las portadas de la trilogía Millenium, hace ya unos años.

Esta trilogía dejó muchas almas marcadas y su edición al español puso en la palestra el trabajo artístico del autor. Aunque ya había publicado una novela antes, en el 2011, "Apio. Notas caninas" de Errata Naturae, pero como artista plástico este es su primer libro. Y éste ha sido un debut brillante. No sólo sabe contarnos las cosas visualmente, sino que también los textos que cuentan las historias -tanto los que se desarrollan a lo largo del libro, como la addenda final donde nos lo cuenta con más detalle-, tienen una calidad narrativa -con mucho sarcasmo e inocencia por partes iguales-, que hacen de esta obra un proyecto redondo.

Y hay mucho que decir respecto a sus modelos, los colores que usa -se nota el lado mexicano de su madre con mucha fuerza-, y la intención, casi intimista e intrigante de las miradas de los protagonistas -incluido él-, que nos dan pistas del tipo de relación, la calidad, el recuerdo que ha quedado de ésta en su vida... el color es un pulso magnífico de sus ideas y sentimientos, es una oleada de emociones según van pasando las páginas. Es oscuro y colorista, es intenso y a la vez superficial -se muestran muchas marcas o símbolos iconográficos, que le dan una impronta muy "pop" al conjunto-, pero también tiene éste halo de drama, casi rozando lo gótico, que te hace ver una y otra vez cada imagen. Como caleidoscopio de emociones. Como la vida misma.

Carol Inabé Barba