Un regalo para Hitler

Opinión:

Es muy difícil olvidarse que esta obra es una ficción, porque su veracidad es apabullante. Con una narración impecable sobre personajes históricos y más que probables situaciones, el lector se introduce en aquellos juegos de guerra en un conflicto civil español, que sirvieron de sanguinario entrenamiento y campo de pruebas para las tropas alemanas gobernadas por Hitler y su asesina camarilla.

Nuestro país como un trágico e inmoral laboratorio para sus poderosas máquinas de muerte, con miles de personas inocentes rebajadas a la miserable condición de cobayas humanas para sus terribles ejercicios y pruebas. Con una destacable fluidez narrativa, los autores nos ofrecen, con evidente eficacia, el profundo desprecio de aquellos fanáticos por la vida humana, por la existencia del adversario, dominados por la irracional perspectiva de formar parte de una misión tan ridículamente histórica como perversamente trágica.

Es una ficción que se asoma a la verdad más descarnada, con un poso moral absolutamente oportuno ante tanta desmemoria y desprecio por la verdad que corre ufana en los últimos tiempos. Esa apelación moral que en el libro se evidencia gracias al preciso relato del sobrevenido sentimiento de culpa del pueblo alemán, acongojado por un inevitable sentimiento de culpa, que no parece haber contagiado a tanto nostálgico amnésico de nuestro propio pasado.

Se olvida con excesiva frivolidad que nuestra dictadura, sus dirigentes, y muchos de sus más enfervorecidos palmeros, eran cómplices del nazismo, aplaudían a sus siniestros dirigentes, participaban de su poder y sus delirios, se aprovechaban de sus recursos y capacidades, sin el menor rastro de arrepentimiento tras la tragedia, enmascarados en una hipócrita neutralidad que el recuerdo de Guernica y de tantas otras víctimas de su sectaria violencia desmienten con radical vehemencia.

Una de las virtudes de la obra es su pedagógica descripción de cómo el avance de la técnica puede crear monstruos, relata con extraordinaria brillantez a esos hombres fascinados por las capacidades de las máquinas, que les permiten alentar sus más bajas pasiones como una trágica manifestación de su ambición de poder, aunque conlleve un insoportable precio. Un oportuno aviso para estos tiempos tan hipnotizados por los avances técnicos, en los que se desprecia con peligrosa frivolidad sus sombras y riesgos, sus daños y terribles excesos, cuando en la contemplación de la fría eficacia de la máquina se olvida la vida humana. Seguramente hay pocos símbolos con la fuerza de Guernica para mostrar la locura humana, materializada con implacable eficacia gracias al avance de la técnica.

Este libro consigue con creces poner al desnudo aquella complicidad, aquel genocidio, aquel disparate, con una narración que se lee hipnótica atención. Sin duda destaca por su precisión, su cuidado al detalle, por su brillante capacidad para contextualizar situaciones, para retratar a sus protagonistas, para extraer una lección moral de un relato más veraz que literario.

No abundan las buenas narraciones sobre nuestra Guerra Civil que ofrezcan esta capacidad de síntesis histórica, de comprensión del pasado, con una buena calidad literaria, como se da en esta obra. Ese regalo para Hitler que en realidad es un regalo para los lectores.

Jorge Riet